Esta historia verídica está escrita para cualquiera que crea que no es bueno en matemáticas, español, inglés, química, etc.
David pensaba que él no era bueno en algunas materias. Al menos eso era lo que habían dicho sus maestros del primer año de secundaria, y las calificaciones que sacaba parecían darles la razón. A pesar de que él trataba de esforzarse, las cosas no parecían mejorar. Especialmente en álgebra.
Un día, al ver que era casi el último de la clase, su mamá le sugirió que llamara a una amiga de ella que practicista de la Ciencia Cristiana, para que lo ayudara a orar por este problema. David pensó que por hablar con ella las cosas no iban a empeorar. De modo que la llamó. Después fue a la casa de la practicista y hablaron sobre ello. Estuvieron de acuerdo en que ambos iban a orar. La practicista ayudó a David a comprender más acerca de Dios y a ver más claramente, que él, como hijo de Dios — Su idea — expresaba todas las cualidades que Dios le había dado. Por tanto, reflejaba cualidades tales como inteligencia y percepción
Hasta ese momento David había luchado por su cuenta para resolver los problemas de matemáticas y los ejercicios de gramática, y a menudo se sentía decepcionado cuando, a pesar de sus esfuerzos, sacaba calificaciones bajas. Ahora todos los días recordaba que, como dijo Jesús: “No puedo yo hacer nada por mí mismo”. Juan 5:30. También recordaba que Dios es el único creador y que cada una de Sus ideas es la perfecta expresión de Él. Cada idea está libre de temor y está en todo momento guiada y cuidada por Dios. Al comprender esto, David ya no temía a los maestros que se impacientaban con él. Tampoco tenía por qué temer a sus compañeros más grandes y, aparentemente, mejores alumnos que él.
David se esforzó por prestar atención en clase en vez de soñar despierto y de hacer preguntas cuando no comprendía algún punto que el maestro había explicado. Trató de no ser negligente. La practicista lo alentó a que anotara en un cuaderno los versículos de la Biblia y pasajes de los escritos de la Sra. Eddy que lo ayudarían.
David y la practicista oraron durante el primer semestre y continuaron hasta parte del segundo. A fines del segundo semestre, David se enteró que en su clase iban a tomar exámenes de todas las materias. Le era difícil no sentirse asustado. Sus calificaciones del segundo semestre iban a depender, en gran manera, de los resultados de esos exámenes. La practicista encontró un versículo en Job y le recomendó que lo llevara consigo. De modo que David escribió en un papel: “Contigo está el que es íntegro en sus conceptos”. Job 36:4. Eso le sirvió para recordar que Dios estaba presente con él, en realidad, con todos en la clase donde les estaban tomando examen. Porque Dios es omnisciente (todo sabiduría), Sus ideas reflejan sabiduría e inteligencia, habilidad infinita. David sabía que esto no significaba que él podía quedarse ocioso durante todo el semestre y luego simplemente poner el examen en manos de Dios. Trabajando con Dios, él podía probar que la habilidad no dependía del cerebro, sino del hecho de que cada idea refleja y expresa todo lo que Dios es. ¡Lo que realmente se ponía a prueba, era la habilidad de David para comprender y expresar a Dios!
Una semana más tarde supieron los resultados de los exámenes. David no sólo había aprobado todas las materias, sino que se había hecho merecedor de un premio. David sabía que lo que había aprendido acerca de cómo recurrir a Dios para demostrar su inteligencia y habilidad, permanecería con él para siempre.
La Ciencia Cristiana no es solamente útil para David. Le sirve a cualquier individuo que está preparado para confiar en Dios y que tenga deseos de saber más acerca de Él. ¿Por qué no probar? Trabaja por tu cuenta, con tu maestro de la Escuela Dominical o con un practicista. La Ciencia Cristiana hará mucho más que ayudarte en matemáticas, inglés, latín o geografía. Una vez que hayas captado aunque sea una pequeñísima vislumbre de la inteligencia ilimitada que el hombre refleja de Dios, ayudarás a que otros también la perciban.
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