La importancia de la moralidad es que eleva la experiencia humana más allá de la corporalidad depravada y la lleva hacia un estado más íntimamente armonioso con la realidad espiritual, que es el estado natural del hombre. En ningún aspecto es la moralidad más necesaria que en el de la sexualidad humana. Pocos son aquellos que no han derramado lágrimas a causa de algo relacionado con la sexualidad. Éstas pueden haber sido causadas por el fracaso en desempeñar un papel sexual estereotipado, por la discriminación a causa del sexo, pesar por actividades sexuales que engendran un sentido de culpabilidad, remordimiento por no poder cumplir con alguna función marital legítima, o por el tormento de alguna perversión.
Sólo la espiritualidad puede enjugar todas esas lágrimas, y la espiritualidad es la base de la moralidad. El mandamiento “No cometerás adulterio” tiene su base en “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Éx. 20:14, 3. El deseo de adorar a Dios, el Espíritu, y de servirlo, nos insta a esforzarnos por expresar cualidades morales. Este deseo, impelido por el Cristo, encuentra expresión en todos los aspectos de la vida humana.
La sexualidad es estrictamente una condición humana. No es un estado espiritual. En respuesta a la pregunta “¿Qué es el hombre?” en el capítulo “Recapitulación”, y en la definición del hombre en “El Glosario”, ambas en Ciencia y Salud, la Sra. Eddy no emplea los términos “hombre” y “mujer”, sino que dice claramente que el hombre real es el hijo de Dios (nuestro Padre-Madre). Abordando el tema del género humano, la Sra. Eddy dice en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany: “Género humano significa una clase. Por lo tanto, el género humano — en otras palabras, una clase de hombre que se identifica de acuerdo al sexo — es el llamado hombre material, nacido de la carne, y no es el hombre espiritual creado por Dios, el Espíritu, que hizo todo lo que fue hecho”.Miscellany, pág. 239. Y en Ciencia y Salud dice: “Los géneros masculino, femenino y neutro son conceptos humanos”.Ciencia y Salud, pág. 516.
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