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La Regla de Oro y el tratamiento en la Ciencia Cristiana

Del número de septiembre de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Estoy preparado para dar tratamiento mental si alguien me lo pidiera? podría preguntarse un Científico Cristiano. Cualquiera que esté espiritualmente convencido de la totalidad de Dios, que sea sincero en su estudio de esta Ciencia y obediente a sus enseñanzas y que esté viviendo las cualidades cristianas tan bien como su habilidad le permita, es capaz de ayudar a quien le pida tratamiento en la Ciencia Cristiana.

¿Pero exactamente cómo debe uno proceder para dar un tratamiento? Dios, la Mente divina, nos muestra la manera de hacerlo, y cada caso es individual. No obstante, podríamos descubrir que nuestro enfoque se fortalece si somos fieles a la Regla de Oro. Si a usted le piden que ore por otra persona, la obediencia al espíritu de esta regla puede ser una buena y confiable guía a seguir al estructurar su tratamiento. Podría preguntarse, por ejemplo, algo así: “¿Si yo fuera quien estuviera pidiendo tratamiento en la Ciencia Cristiana, de qué manera me gustaría que oraran por mí si me hallara en semejantes circunstancias?”

¿No querría acaso que quien lo esté ayudando ore para vencer el temor? Jesús siempre calmaba el temor de aquellos que recurrían a él en busca de curación. No siempre lo hacía de la misma manera, pero, según estudiamos sus curaciones, se ve claramente que él siempre enfocaba la situación de manera que el pensamiento humano cambiara de un estado de temor a uno expectativa expectativa del bien. Jesús jamás consideraba una situación discordante como un hecho establecido. Conocía demasiado acerca del amor que Dios siente por el hombre como para dejar que cualquier sugestión del mal se disfrazara como realidad, o sea, que pretendiera pasar por un hecho divinamente establecido. Demostró que la única verdad ordenada por Dios respecto a la existencia del hombre es que Dios creó al hombre para que representara Su propia armonía y perfección infinitas.

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