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Alejandro pasa la prueba

[Original en alemán]

Del número de octubre de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A Alejandro le gustaba jugar al fútbol. Pero un día descubrió que no podía correr como solía hacerlo porque le dolía el talón derecho. Pensó que el problema se debía a sus zapatos, por lo cual se compró un par nuevo. Pero la alegría de tener zapatos nuevos no le duró mucho, porque aunque le quedaban cómodos, le seguía doliendo el talón. El dolor era fuerte, y muy pronto jugar al fútbol ya no resultaba divertido.

Ante esta situación, Alejandro se puso alerta. “Yo no tengo por qué aceptar esto”, se dijo a sí mismo. “Soy Científico Cristiano; he aprendido en la Escuela Dominical a negar el error, a verme a mí mismo como el hijo amado de Dios; y he aprendido a poner en práctica estas cosas”.

Alejandro comenzó a pensar en Dios, quien no creó cosas tales como la materia o el dolor. “Todo es perfecto y bueno. El hombre — y eso es lo que realmente soy — es el hijo de Dios, el amante Padre. Por lo tanto, yo soy bueno, fuerte, y estoy libre de dolor”. Alejandro argumentó consigo mismo de este modo y se mantuvo firme en estos pensamientos de Verdad.

Las enseñanzas recibidas en la Escuela Dominical lo ayudaron. Alejandro leyó lo que dice la Sra. Eddy: “...No hay dolor en la Verdad, y no hay verdad en el dolor...”Ciencia y Salud, pág. 113. Él párrafo entero dice: “La metafísica divina de la Ciencia Cristiana, como el método en las matemáticas, prueba la regla por inversión. Por ejemplo: No hay dolor en la Verdad, y no hay verdad en el dolor; no hay nervio en la Mente, y no hay mente en el nervio; no hay materia en la Mente, y no hay mente en la materia; no hay materia en la Vida, y no hay vida en la materia; no hay materia en el bien, y no hay bien en la materia”. Eso deja bien en claro que el dolor es una falsedad, una mentira. Alejandro no estaba dispuesto a dar crédito a una mentira, así que volvió a orar. Cada vez que el dolor trataba de volver, él de inmediato y con firmeza decía “no”, de modo que ni siquiera pudiese empezar a forzar su entrada.

Después de unas cuantas semanas, el pie de Alejandro estaba bien, y pudo correr y jugar al fútbol otra vez. Pero lo más importante de todo esto para él fue saber que podía sanar. Había luchado con valentía. Como nos dice la letra del himno: “¡Tú, siempre lucha por el bien!/Cristo es tu fuerza y poder...”Himnario de la Ciencia Cristiana, No. 59. Fue realmente bueno saber que Dios da a Sus hijos fuerza cuando recurren a Él.

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