De la manera como el mundo ve las cosas, lo pasado, pasado está. Nada puede remediarlo. La historia parece definitiva. Pero de vez en cuando suceden cosas que perturban esta cómoda forma de mirar el pasado. La Biblia nos habla de la resurrección de Jesús, y de cómo él volvió a la vida a gente que había muerto.
Algunos mantienen el punto de vista de que aquellos que fueron resucitados habían recibido una nueva vida. Sin embargo, Cristo Jesús dijo a la gente que lamentaba la muerte de la hija de Jairo: “No lloréis; no está muerta, sino que duerme”. Lucas 8:52. Luego la despertó, reconociendo el hecho de su vida ininterrumpida en Dios.
Nadie, incluso Jesús, ha tenido o tiene poder para alterar la realidad. La realidad está fija en el Principio divino, Dios, en la Verdad eterna. Mas las palabras de Jesús indican su rechazo a atribuir a un Padre amoroso, Dios, la tragedia mortal de sucesos pasados. En este asunto, la historia no reflejaba la verdad de los hechos, por ello él actuó para corregir esta historia falsa armonizando lo humano con lo divino.
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