Una sola sustancia — el Amor, Dios — abarca toda realidad. Está reflejada en la unidad de todas las identidades espirituales, incluyendo la verdadera individualidad de cada uno de nosotros. La sustancia infinita, Dios Mismo, impide que nos separemos de Él y de los demás. Abrazada en el seno del Amor, la familia del hombre semejante a Dios, permanece inseparable, armoniosa y eternamente unida.
Ser uno con el Amor es ser uno con todo miembro de la familia del Amor. La distancia, la indiferencia o la muerte puede que pretendan tener una presencia divisiva, personalidad dualista y poder destructivo para separar a la gente. Pero no hay distancia en la presencia divina, ni discordia en la relación espiritual, y no hay muerte en la Vida inmortal, Dios. La distancia es una mentira acerca de la presencia, la discordia una mentira acerca de la concordia, y la muerte una mentira acerca de la Vida.
La Ciencia Cristiana explica y demuestra que nada puede impedir que el hombre verdadero, el hombre ideal, esté consciente de la sustancia de la Vida, el Amor, omnipresente, del todo armonioso. En la proporción en que vivamos de acuerdo con el ideal del Amor mediante la comprensión y práctica de la Ciencia Cristiana, comprenderemos nuestra unidad con el Amor y con todas las ideas del Amor.
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