“Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente; de generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca” (Salmo 89:1).
He tenido muchas curaciones por medio de la Ciencia Cristiana, de las cuales he dado testimonio en estas publicaciones periódicas. Ahora quisiera compartir la gran felicidad y gratitud que siento por dos recientes demostraciones del poder sanador de Dios.
Hace varios años me salió en el cuerpo una protuberancia grande y dolorosa. Estorbaba mi normal movimiento y a veces lo detenía por completo. Algunas veces el dolor era casi insoportable. Durante ese tiempo una practicista de la Ciencia Cristiana me ayudaba de vez en cuando. Yo a menudo la llamaba, todo llorosa, durante las largas horas de la noche, cuando no podía dormir. Ella siempre elevaba mi pensamiento nuevamente a la paz y la esperanza. No puedo expresar con palabras mi gran gratitud hacia ella, por su tierna compasión y su fortaleza.
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