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Los sentidos indestructibles del hombre

Del número de octubre de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La percepción pertenece a la Mente, no a la materia. Ésta es la base radical e incondicional sobre la cual se apoya la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) para curar trastornos y defectos de la vista, del oído y de los otros sentidos.

La percepción de un objeto o una idea es la consciencia que se tenga de ello. La percepción es consciencia. Considerado desde el punto de vista metafísico, la percepción es inherente a la Mente divina, Dios, y es absolutamente inseparable de la Mente, pues la percepción es uno de los atributos de la omnisciente inteligencia infinita.

Para el sentido mortal, los ojos, los oídos y el sistema nervioso son construcciones complejas de la materia, a través de las cuales la información pasa a la mente humana; son externas a la consciencia pero la apoyan; y a veces actúan independientemente de la mente al funcionar mal. Pero para la comprensión espiritual, ver, oír, sentir y todas las otras facultades perceptivas, son elementos del conocimiento, que es la actividad consciente de la Mente, el Alma. Estas facultades existen dentro de la Mente. Su sustancia es el Espíritu, no la materia. Y puesto que son manifestaciones de la Mente, del Alma, del Espíritu, pertenecen al hombre, porque él es el reflejo individualizado de la Mente, e incluye todo lo que la Mente crea.

Sería incongruente creer que las facultades o sentidos del hombre están en la materia, sujetos a condiciones orgánicas, y después intentar curarlos o restaurarlos con los medios puramente espirituales de la Ciencia Cristiana. El propósito del tratamiento en la Ciencia Cristiana no es el de mejorar los sentidos corporales en la materia, sino demostrar la verdad de que las facultades del hombre son perfectas, espirituales e indestructibles en la Mente, como la manifestación de inteligencia de la Mente misma. Esta comprensión y demostración científica de las facultades verdaderas del hombre destruye limitaciones, discordias y otras creencias carnales que el pensamiento mortal quisiera interponer. El efecto es restaurar la normalidad, la salud y el funcionamiento armonioso.

Mary Baker Eddy da la base espiritual para dicha curación al escribir: “Sólo la Mente poseee todas las facultades, toda la percepción y comprensión”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 488. Es digno de atención que ella hace hincapié en la naturaleza mental de las facultades perceptivas cuando define “oídos” de la siguiente manera: “No los órganos de los llamados sentidos corporales, sino comprensión espiritual ...”,Ibid., pág. 585. y “ojos” así: “Discernimiento espiritual — no material, sino mental...”Ibid., pág. 586.

Razonando desde esta base, es evidente que los verdaderos sentidos del hombre no están sujetos a enfermedad, porque no existe enfermedad en la Mente; o a la edad, porque las facultades de la Mente no envejecen y son eternas; ni a la herencia, porque el hombre deriva su ser entero directamente de su perfecto creador. Ninguna facultad de la Mente, Alma, está sujeta a ninguna acción molecular o muscular destructiva. La sustancia de las facultades de la Mente es el Espíritu, no la materia, y, por tanto, no está sujeta a ningún sedimento anormal, a falta de elasticidad, deterioro o desintegración. La manifestación de las omniscientes facultades de la Mente jamás es vulnerable a accidentes ni está sujeta a los efectos de accidentes. La sustancia de la inteligencia infinita que todo lo comprende jamás está sujeta a ninguna anormalidad, ya sea de dureza o inacción. No hay opacidad en el conocimiento que la Mente posee de su infinito universo de ideas, porque la Mente es luz infinita; esta luz inunda el universo sin barreras ni restricciones y es totalmente reflejada por el hombre, la idea consciente y compuesta de Dios.

Todas las características de las facultades perceptivas del Alma están manifestadas en el hombre. Éstas incluyen capacidad perfecta para distinguir lo que simbólicamente podría llamarse “objetos” y “sonidos”. Incluyen claridad de visión y exactitud, y un enfoque comprensivo que abarca a todas las ideas; la capacidad para captar perspectivas y relaciones con exactitud; y también la habilidad para discernir y apreciar la precisión, el arte y el color espirituales, y los variados matices de la obra de Dios. Puesto que la Mente no conoce ninguna resistencia inconsciente al conocimiento que ella tiene de su infinita creación, el hombre, como reflejo de la Mente, no puede albergar resistencia inconsciente a escuchar ni a oír, o a ver; y su percepción y comprensión no se pueden oscurecer.

La demostración de las facultades indestructibles de la Mente manifestadas en el hombre exige mucha espiritualización de pensamiento. Exige una revisión completa de los puntos de vista comúnmente aceptados respecto a la vista y al oído; que se cambie el punto de vista de la aceptación de creencias materiales al reconocimiento de hechos espirituales. La Sra. Eddy resume el punto de vista correcto en estas palabras: “La vista, el oído, todos los sentidos espirituales del hombre, son eternos. No pueden perderse. Su realidad e inmortalidad están en el Espíritu y en la comprensión, no en la materia — de ahí su permanencia”.Ibid., pág. 486.

El Salmista promete: “Jehová abre los ojos a los ciegos”, Salmo 146:8. e Isaías profetiza: “Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán”. Isa. 35:5. Estas profecías se cumplieron cuando nuestro Mostrador del camino, Cristo Jesús, abrió los ojos de los ciegos, dio oído a los sordos y sanó a los incapacitados. Estas maravillas se han repetido hoy en día en curaciones efectuadas por el poder del Cristo, según se comprende y se practica en la Ciencia Cristiana; y dichas pruebas continuarán en la medida en que se comprenda la verdad en cuanto a los sentidos indestructibles del hombre.

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