Las praderas de la niñez
sugieren vislumbres de infinitud.
Tardes iluminadas de sol
y crepúsculo de luciérnagas,
inocentes de tiempo.
Y yo, como hijo de Dios,
gozo en la eternidad.
El Amor no sabe lo que es tensión.
Yo sólo puedo empeñarme
en imitar lo divino.
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