Nada de lo que la mente humana hace, conoce o cree tiene poder curativo verdadero. Pero cuando el pensamiento humano se somete a lo que Dios conoce y es, la influencia todopoderosa de Dios, el Espíritu, sana.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!