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Antes de tener conocimientos de la Ciencia Cristiana* hace unos...

Del número de marzo de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Antes de tener conocimientos de la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) hace unos ocho años, no sabía lo que significaba ser realmente feliz y estar contenta. Sentía solamente que la vida estaba llena de desilusiones, de falta de armonía en las relaciones familiares y falta de estabilidad económica, lo cual hubiera podido afectar mis estudios. Además sufría de anemia crónica y de prolapso del útero.

En marzo de 1974 supe acerca de esta enseñanza al leer un ejemplar del Christian Science Sentinel que mi hermano había tomado de una de las cajas de distribución en Manila. Lo leí, y me impresionó un testimonio que relataba acerca de un hombre que había sanado de alcoholismo.

Decidí buscar (y encontré) la iglesia de la Ciencia Cristiana en nuestra ciudad. Visité la Sala de Lectura y se me recibió con mucha amabilidad. Entonces decidí registrarme en la Escuela Dominical.

El primer versículo de la Biblia que tuvo un significado para mí está en Mateo (6:33): “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Vi que realmente podía buscar el reino de Dios asistiendo a la Escuela Dominical, leyendo las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, y estudiando cuidadosamente la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Estaba segura de que al hacer estas cosas, aumentaría mi comprensión del reino de Dios, el cual, en realidad, es nuestra propia consciencia.

También aprendí más acerca de Dios y del hombre y de su relación con Él. Parte de la definición de Dios que da la Sra. Eddy en Ciencia y Salud es (pág. 587): “El gran Yo Soy;... toda sustancia; inteligencia”. Y la Sra. Eddy describe al hombre de esta manera (pág. 475): “Es la compuesta idea de Dios e incluye todas las ideas correctas; ... la consciente identidad del ser como se revela en la Ciencia, en la cual el hombre es el reflejo de Dios, o Mente, y, por tanto, es eterno; ... lo que no posee, de sí mismo, ni vida, ni inteligencia ni poder creativo, sino que refleja espiritualmente todo lo que pertenece a su Hacedor”. La comprensión de esto me hizo ver las cosas más espiritualmente, y por medio de ella pude solucionar los problemas que tenía antes de encontrar la Ciencia Cristiana.

Se logró una feliz relación familiar. Como lo declara Ciencia y Salud (pág 206): “En la relación científica entre Dios y el hombre, descubrimos que todo lo que bendice a uno bendice a todos, como lo demostró Jesús con los panes y los peces — siendo el Espíritu, no la materia, la fuente de provisión”. Pude terminar mis estudios pues conseguí una beca; y encontré un empleo permanente y estable al terminar la universidad mediante una correcta percepción de abastecimiento y empleo. También sané de las enfermedades físicas de anemia y prolapso del útero. (Estas curaciones fueron confirmadas por un examen médico requerido en relación con un empleo.)

Estoy muy agradecida por el privilegio de haber recibido instrucción en clase de Ciencia Cristiana. Esto me dio una base más amplia para la solución metafísica de los problemas humanos por medio de la oración.


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