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Nuestro pensamiento individual es vital para el mundo

Del número de marzo de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Quizás usted crea que su manera de pensar no es tan importante en los asuntos mundiales. Pero no es así. Aun cuando nos sintamos incompetentes ante problemas de proporciones mundiales, nuestra manera de pensar es de vital importancia. Los gigantescos problemas mundiales — como el crimen, la inmoralidad, la pobreza — por cierto que parecen tremendos. Pero el pensamiento de cada uno cuenta, y podemos apoyar con nuestros pensamientos el deseo de promover la curación de los problemas mundiales.

La espiritualidad, sustentada, inevitablemente mejora la manera de pensar del mundo. Con amor podemos acercarnos al mundo entero. Nos esforzamos por estar lo suficientemente inspirados para elevar a la humanidad. Entonces ya no limitaremos nuestra atención sólo a nuestros problemas personales, viviendo en el pequeño mundo de nuestro círculo inmediato de la familia y amigos. Nos dedicaremos más específicamente a bendecir a todos.

Mediante su inspirador ejemplo, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), señala el camino. En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras encontramos su tranquilo y consagrado enfoque a los problemas mundiales. Hablando de su necesidad de vivir apartada para establecer las operaciones de la Ciencia Cristiana, nos dice: “Por tanto, ella permanece en su puesto, sin ser vista, no en busca de su propio engrandecimiento, sino orando, velando y trabajando por la redención del género humano”.Ciencia y Salud, pág. 464. Y en el Manual de La Iglesia Madre pide que cada miembro ore diariamente para que toda la humanidad sea gobernada por la Palabra de Dios. Ver Manual, Art. VIII, Sec. 4.

Es, pues, mediante la oración que podemos resolver los problemas que acosan a nuestro mundo. La Mente divina mantiene dentro de sí misma todo conocimiento verdadero. La respuesta correcta a toda situación que nos enfrenta hoy en día será finalmente revelada mediante el desarrollo de las maravillosas ideas de la Mente, ideas que purifican los móviles y conducen a la acción sanadora e inteligente. Dios, el Principio divino de todo ser, ha de ser reconocido como el gobernador irrebatible y final de todo.

La utilización en la Ciencia Cristiana de los recursos infinitos de la Mente divina es por cierto única. Razonando espiritualmente de causa a efecto, la Ciencia Cristiana enseña que la Mente divina se está manifestando en su creación, el hombre. En realidad, usted y yo somos ese hombre perfecto. La Sra. Eddy explica: “Cada uno de los pequeñitos del Cristo refleja al Único infinito, y por tanto es verdadera la declaración del profeta, que ‘uno del lado de Dios es mayoría’ ”.Pulpit and Press, pág. 4. Por tanto, nuestro pensamiento, la emanación de Dios, es de vital importancia. El libro de Eclesiastés nos da un modelo para la acción en el hombre quien por su sabiduría pudo salvar a su ciudad contra un asedio. Ver Ecl. 9:14, 15.

No obstante, un punto importante es comprender que de nosotros mismos no podríamos resolver ningún problema mundial. Como Josafat, tenemos que darnos cuenta de que la batalla no es nuestra, sino de Dios. Ver 2 Crón. 20:14, 15. Nuestra parte es estar firmes al reconocer y aceptar la omnipresencia y poder de Dios. Tenemos que saber, realmente saber, que las discordias humanas le son desconocidas a Dios y que finalmente se verá que Su gobierno prevalece.

Entonces, cuando los medios informativos hablan de terrorismo o desastres, podemos sanar la agresividad de la mente mortal en nuestro pensamiento, el único lugar donde las sugestiones mentirosas pueden albergarse. Nuestro papel necesario es afirmar la omnipotencia de Dios, proclamando gozosamente la presencia de la Verdad y negando con convicción la insistencia del testimonio de los sentidos de que el mal tiene lugar en la gran bondad de Dios.

¿Cómo, pues, podemos usted y yo ser más eficaces en el mundo desafiante de nuestros días? Estando alerta a la bondad imparcial de Dios cuando nos enfrentan cuadros lastimosos de carencia y angustia; no dejándonos mesmerizar ni engañar por el testimonio material. Nuestro papel consiste en invertir científicamente los conceptos equivocados acerca de Dios, del hombre, del sustento y así por el estilo, con las verdades divinas acerca del ser. Usted y yo, al expresar la Mente divina, podemos percibir el concepto espiritual. Lo que necesitamos es despertar nuestro pensamiento a la verdad del ser, regocijarnos en agradecida aceptación de lo que es verdad.

He visto que es alentador comprender que no todos tenemos que ser tecnológicamente expertos para resolver problemas, tal como el de provisión de alimentos. Tienen que encontrarse soluciones definitivas al usar las leyes de la Mente infinita e ilimitada para toda situación adversa.

Entonces, nuestra manera de pensar individual como Científicos Cristianos entra en acción teniendo la Mente de Cristo, reclamando nuestra identidad como el reflejo inteligente de la Mente divina. Podemos descubrir que Dios nos revela las ideas, cuando las necesitamos, de la correcta manera y en el tiempo justo. La Sra. Eddy señala los resultados cuando dice: “Los efectos de la Ciencia Cristiana se ven menos de lo que se sienten. Es la ‘voz callada y suave’ de la Verdad, expresándose”.Ciencia y Salud, pág. 323.

¿Podemos estar satisfechos, sin ver realmente encabezamientos tranquilizadores, que nuestra manera espiritual de pensar es una contribución? Sí, podemos; pero debemos ser capaces de mantener la clara comprensión de la unidad y perfección de la creación de Dios. El Principio divino siempre está operando, ya sea que se reconozcan inmediatamente o no las evidencias de esta operación en la escena humana. La misma Verdad está sanando la pequeña herida y mitigando la lucha mundial. Al mantener firmemente la verdad de la causa perfecta y el efecto perfecto, confiadamente nos regocijamos tanto en la visible rápida curación de un dedo herido como en el invisible aplacamiento de la intransigencia en la mesa de negociaciones.

No obstante, más que todo lo demás, pensamos en el efecto de la oración sosegada e inspirada sobre el clima moral de nuestro tiempo. Por muy leve que sea, nuestra pureza individual inclina el platillo de la balanza del lado que eleva el modo de pensar del mundo. Usted y yo no tenemos que aceptar la miríada de pugnas de nuestras era materialista — egoísmo, codicia, concupiscencia, libertinaje — como realidades. Podemos insistir en que el universo verdadero es el universo del Espíritu. La Sra. Eddy indica: “El Espíritu es infinito, por tanto el Espíritu es todo. ‘No hay materia’ no sólo es el axioma de la verdadera Ciencia Cristiana, sino que es la única base sobre la cual esta Ciencia puede ser demostrada”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 357.

Entonces, en la medida en que usted y yo afirmemos la verdad espiritual, estaremos ayudando a elevar la norma general. De modo que mantengámonos en la verdad espiritual de que el Principio siempre es la regla y que su supremacía reemplazará algún día toda apariencia de desorden. El crimen desaparecerá. Dejemos que nuestra innata integridad exiga la supremacía del Alma, viendo valores más elevados de moralidad. Aceptemos y comprendamos la provisión del Amor divino para todos. Cristo Jesús, nuestro gran Maestro, nos instó: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Mateo 5:14–16.

Aboguemos pues, por la supremacía de la Mente. Necesitamos ser persistentes y estables en afirmar lo que es divinamente verdadero, es decir, lo que Dios sabe que es divinamente verdadero. Y necesitamos ocuparnos de las cosas del Espíritu, demostrando en grado progresivo y en escala cada vez mayor, lo que realmente está ocurriendo en la unidad y totalidad de la creación de Dios. La Sra. Eddy, nuestra Guía, nos dice: “La realidad espiritual es la verdad científica en todas las cosas. La realidad espiritual, repetida en la acción del hombre y de todo el universo, es armoniosa y es el ideal de la Verdad”.Ciencia y Salud, pág. 207.

No somos espectadores desamparados cuando nos enfrentan noticias desalentadoras sobre corrupción y despilfarro gubernamental, aumento en la proporción de divorcios, niños malnutridos. Mas tenemos un trabajo que hacer. Nos preguntamos: “¿Sobre qué realidad espiritual está mintiendo esta situación? ¿Cuál es el hecho científico?”

Cuando la manera de pensar es espiritualmente científica, es cristiana. Ésta es una fuerza poderosa para bien en el mundo de hoy, porque confía en la omniacción de Dios, Su presencia y poder. La Verdad cancela lo que está mal; el Principio establece la justicia; el Amor divino provee todo bien.

Con alegría podemos contemplar la verdadera espiritualidad apareciendo gradualmente — a pesar de la agitada resistencia del mal — como solución de los problemas del mundo. Mediante la oración consagrada, la vigilancia alerta y el trabajo inteligente, podemos contribuir a la redención de la humanidad. Cada uno de nosotros tiene una parte que tocar en la orquesta del pensamiento. Lo que pensamos individualmente sí tiene, entonces, gran importancia para el mundo.


No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que
ve hacer al Padre; porque todo lo que
el Padre hace, también lo hace
el Hijo igualmente.

Juan 5:19

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