Durante la epidemia de gripe de la Primera Guerra Mundial, yo concurría a un colegio en las cercanías de Filadelfia. Los alumnos que no tenían gripe fueron enviados a sus hogares. Como el colegio exigió que se prestara cuidado médico, al resto de los alumnos, incluyéndome a mí, nos pusieron en un salón comedor que había sido convertido en enfermería.
Uno de mis tutores (mis padres no vivían ya) era una practicista de la Ciencia Cristiana que residía cerca del colegio. Estoy seguro de que al ser notificada de mi situación, ella inmediatamente oró por mí. Luego, cuando la crisis de la enfermedad había pasado y yo estaba recuperándome, me enteré de que aparentemente los médicos me habían desahuciado, mientras que la Ciencia Cristiana, según la comprendía la practicista que era mi tutora, me salvó.
Hace algunos años me lastimé internamente mientras levantaba algo demasiado pesado para mí. Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana, quien oró por mí. En esta oportunidad yo no parecía responder al tratamiento y perdí doce o catorce kilos. La practicista había estado trabajando firmemente por mí y ella creía que debía verse algún progreso, así que hablamos acerca de ello. Después de esto, cuando el dolor era bastante severo, me encontré diciendo (Hebreos 4:12): “La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos”. Esto contribuyó a romper el mesmerismo, y empecé a hacer mi parte en el devoto estudio.
Me dieron, para que reflexionara sobre ellas, citas de la Biblia y de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, así como artículos de las publicaciones de la Ciencia Cristiana para que los leyera. El despertar de mi pensamiento al hecho de que el hombre es espiritual y no material, pareció un proceso bastante lento. Muchas citas me ayudaron, pero ésta se destaca (Ciencia y Salud, pág. 14): “Estad conscientes por un solo momento de que la Vida y la inteligencia son puramente espirituales — que no están en la materia ni proceden de ella — y el cuerpo no proferirá entonces ninguna queja. Si estáis sufriendo a causa de una creencia en la enfermedad, os encontraréis bien repentinamente”. También fue de gran ayuda un artículo de un ejemplar del Heraldo. En éste se señalaba que el cuerpo, incluso todas sus funciones, está subordinado a Dios y a Su ley gobernante, y que este hecho, cuando se comprende, se manifiesta en el cuerpo humano en acción correcta y función normal.
Una noche me di cuenta de un síntoma alarmante. El miedo trató de tentarme, pero negué la sugestión mortal de que algo estaba muy mal. Pronto me dormí. A la mañana siguiente le conté a la practicista la experiencia y cómo había negado el error. Después de eso, el problema comenzó a desaparecer, y pronto siguió la curación completa.
Por estas curaciones estoy muy agradecido. También he recibido muchas otras bendiciones, tales como una esposa afectuosa, una feliz vida de hogar, y la capacidad para vencer problemas por medio de estar más alerta a negar sugestiones erróneas.
Estoy también muy agradecido de que la Sra. Eddy tuvo la constancia de compartir la revelación de la Ciencia del Cristo que Dios le dio en una forma que podemos usar hoy día. Ella ciertamente permitió que Dios la guiara.
Radnor, Pennsylvania, E.U.A.