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Perspectivas seguras

Del número de junio de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Pablo declaró que en Dios “vivimos, y nos movemos, y somos”. Hechos 17:28. Esta poderosa declaración implica que el hombre no es, como tan fácilmente creemos, un mortal a merced de circunstancias cambiantes. Al contrario, la verdadera existencia es motivada, dirigida y mantenida en su perfección por la Mente omnipotente, por la ley de armonía de Dios.

“Todo lo que realmente existe”, escribe la Sra. Eddy en Ciencia y Salud, “es la Mente divina y su idea, y en esa Mente todo el ser se halla armonioso y eterno”.Ciencia y Salud, pág. 151. ¿Qué mejores nuevas podrían haber para quien se pregunta exactamente cuán buenas son sus perspectivas en la vida? No podrían ser mejores.

El hombre, como la clara expresión de la Mente, participa plenamente de la inmortalidad y armonía total de la Mente. A medida que esta verdad se establece, y luego se mantiene en el pensamiento, albergamos menos temores, seguros de que ni persona ni personas, ni ninguna clase de circunstancias humanas, pueden interferir con nuestro progreso y bienestar, pues éstos no están basados en acontecimientos mutables y materiales, sino en la autoridad absoluta de la ley espiritual.

Como durante varios años yo había sentido temor de tener que hacer exámenes académicos porque suponía que las perspectivas de mi vida dependían completamente de los resultados que obtuviera en ellos, me sentí agradecido de descubrir, gracias a mi estudio de la Ciencia Cristiana, que esos temores eran infundados.

Este estudio me mostró que todo ser, todas las posibilidades y capacidades son espirituales en origen y expresión. Esto no significaba que podía negligentemente descartar el deber de estudiar con dedicación para el examen, pero sí significaba que toda la sabiduría que necesitaba me venía de Dios, la Mente divina y no de la experiencia humana que hubiera acumulado o de alguna habilidad mental personal. Este nuevo entendimiento de la constantemente activa ley de la Mente me trajo plena satisfacción en el trabajo de mi preferencia. Ahora, cuando oro, “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”, Mateo 6:11. espero confiadamente recibir, y en efecto recibo, las ideas necesarias para cualquier situación.

Algunas personas consideran que la manipulación de otros es esencial para tener éxito en la vida. Por el contrario, todas las ideas o expresiones de nuestro Padre celestial viven en completa armonía unos con otros en un universo espiritualmente ordenado, bajo la protección del Amor divino y bajo la dirección de la única Mente omnisapiente. Afirmar y conocer diariamente esta verdad es comenzar a liberarse de los efectos discordantes de creencias tales como la competencia implacable, la lucha incesante para triunfar, o la creencia de que por cada persona que triunfa hay otras que deben fracasar. El Amor divino ni hace ni permite que ninguna de sus ideas fracase, y podemos regocijarnos por la capacidad para triunfar y por las posibilidades de hacerlo que tienen todos nuestros colegas.

Muchas personas temen que una decisión equivocada pueda poner en peligro las perspectivas de su carrera. Pero al confiar en la Mente única, que todo lo sabe, como la base para hacer decisiones, demostramos que esos temores son infundados. Tener verdadero control sobre nuestras actividades es saber que sólo Dios las está controlando. La Sra. Eddy declara en Ciencia y Salud: “El hombre se gobierna a sí mismo debidamente sólo cuando está dirigido correctamente y gobernado por su Hacedor, la Verdad y el Amor divinos”. Ciencia y Salud, pág. 106.

Es fundamental tener confianza absoluta en la capacidad de Dios para dirigir nuestras profesiones. Mostramos falta de confianza si luego de declarar que estamos dispuestos a dejar que se cumpla la voluntad de Dios, tratamos de resolver nuestras dificultades poniendo nuestra fe en medios humanos. Debemos confiar en la guía de Dios y estar atentos a ella, no importa lo difícil que se presente la situación, apresurándonos entonces a seguir su dirección.

Cristo Jesús actuaba de esa manera. Se veía a sí mismo como el representante de Dios y aceptaba completamente lo que Dios hacía. “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo”, declaró, “sino lo que ve hacer al Padre”. Juan 5:19. Tampoco nosotros, en nuestras actividades, tenemos poder o habilidad algunos aparte de los que Dios nos da.

Aunque las habilidades humanas tienen indudable mérito, nunca eclipsan, al fin de cuentas, la importancia de nuestro entendimiento espiritual. Nuestro trabajo con los demás consiste en ser testigos de la verdad de que las expresiones de Dios viven juntas en armonía perfecta. Luego de entender estas verdades y recurrir a la Mente divina para que nos guíe, debemos apartarnos de nuestro problema, confiando tranquilamente y dejando que se manifieste la guía de Dios. Cuando nos cuidamos de obedecer esta dirección, nuestras perspectivas en la vida no son solamente buenas, sino que están garantizadas.

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