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¿Soy importante?

[Original en portugués]

Del número de junio de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Probablemente todos nos hemos hecho esta pregunta, y otras similares: “¿Soy importante para los demás? ¿Extrañarían mi presencia? ¿Realmente importa que yo exista?”

Un día, preocupada por dudas semejantes a éstas, miré una rosa roja que engalanaba el jardín con sus maravillosos colores. Con gran admiración ante su belleza, musité: “¿Está esa rosa analizándose para ver si es o no importante? ¿Se está preocupando acerca de su razón de ser o si su color agrada a los que la miran?”

Esta manera de pensar me ayudó a ver que esa rosa tenía importancia allí, y en ese mismo momento: la importancia de estar expresando vida, luz, belleza y paz en el jardín. Considerada espiritualmente, la rosa estaba manifestando cualidades divinas. Entonces me di cuenta de que como reflejo de Dios, todos somos importantes. Nuestra razón de ser es representar la felicidad, el amor y la humildad dondequiera que estemos. Lo único que debiera ser importante es expresar a Dios. Esto es lo que nos da importancia y estimación.

Por tanto, si tenemos dudas acerca de la esencia de nuestro mérito, consideremos esas dudas y veamos qué hay detrás de ellas. El sentido humano del yo, con su amargura, inferioridad, autocompasión y envidia, no es, en realidad, digno de nuestra verdadera identidad como ideas de Dios. Para estar conscientes de nuestro mérito genuino, debemos desafiar con las verdades de la Ciencia Cristiana todo aquello que sea desemejante a Dios en nuestro pensamiento. En esta lucha es bueno recordar que “el hombre es idea, la imagen, del Amor; no es físico. Es la compuesta idea de Dios e incluye todas las ideas correctas...”Ciencia y Salud, pág. 475., como nos dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud.

En la medida en que incorporemos este concepto verdadero acerca del hombre, demostraremos las cualidades del verdadero ser, tales como espontaneidad, felicidad, belleza, satisfacción y amor. Hay muy pocos deberes cristianos que sean más importantes que demostrar las cualidades perfectas. Como dijo Cristo Jesús: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Mateo 5:16.

¡Qué gozo produce dejar que nuestra luz alumbre! Nada nos proporciona un sentimiento más genuino y satisfactorio de utilidad y mérito que el expresar conscientemente el ser de Dios. ¿Y qué es lo que más necesitamos para brillar cada vez más con Su luz? La Sra. Eddy nos dice: “Lo que más necesitamos es la oración del deseo ferviente de crecer en gracia, oración que se expresa en paciencia, humildad, amor y buenas obras”.Ciencia y Salud, pág. 4.

En todas nuestras actividades — en el trabajo, en el hogar, en la iglesia — podemos expresar más “paciencia, humildad, amor” para llevar a cabo “buenas obras” y de ese modo permitir que alumbre nuestra luz. Cuando consideramos todas nuestras actividades como oportunidades para expresar a Dios, nos sentimos seguros de nuestra importancia para toda la humanidad, y no sólo para esta o aquella persona, sino para todos.

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