¿Qué es la sustancia verdadera? ¿Cómo podemos visualizarla y describirla? Considerar la materia como sustancia obstaculizaría nuestra percepción de la sustancia verdadera. La Sra. Eddy nos dice en Ciencia y Salud: “Sustancia es aquello que es eterno e incapaz de discordia y decadencia”.Ciencia y Salud, pág. 468.
Es obvio que la materia no se ajusta a esta definición cristianamente científica. De hecho, por su naturaleza misma, la materia es la antítesis de aquello que es “incapaz de discordia y decadencia”. Esto nos lleva a la conclusión inevitable de que Espíritu, lo opuesto de la materia, tiene que ser sustancia verdadera. Ciencia y Salud confirma esta conclusión cuando nos dice: “La metafísica divina explica la inexistencia de la materia. El Espíritu es la única sustancia y la única consciencia reconocidas por la Ciencia divina”.Ibid., pág. 278.
Necesitamos eliminar la creencia tenaz de que la materia tiene sustancia para abrir el camino a este concepto más elevado. Los hechos de Jesús — andar sobre el agua, alimentar a las multitudes, resucitar de entre los muertos, trasponer puertas cerradas — Ver Mateo 14:14–32; 28:1–10; Juan 20:19. contravino las creencias aceptadas respecto a la naturaleza de la sustancia, y pronosticó un cambio importante en el concepto de lo que realmente es la materia.
Durante muchos años los peritos en ciencias físicas han estado tratando de descubrir la naturaleza de la materia. Pero cuanto más profundizan en sus investigaciones, tanto más insustancial aparece la materia, y esto ha hecho que muchos científicos y filósofos reconozcan el aspecto mental de la materia.
La aparente sustancia de la materia está realmente en el pensamiento — en nuestros conceptos mentales — y no en un objeto material mismo. Jesús demostró este hecho al alimentar a la multitud. Sus discípulos — como resultado de su limitado concepto de que la sustancia es materia — vieron una provisión sumamente inadecuada de alimento. Dijeron al Maestro: “No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces”. Mateo 14:17. El concepto de Jesús de abundancia espiritual no incluía limitación o escasez. En consecuencia, Jesús demostró que el hombre está libre de limitaciones, y la necesidad de la multitud fue satisfecha abundantemente.
No podemos ver la sustancia verdadera con los sentidos físicos más de lo que podríamos ver a Dios, pero podemos percibirla mediante la comprensión divinamente iluminada, y cuanto más comprendamos, tanto más podremos experimentar su presencia.
Puesto que la sustancia es Espíritu, y el Espíritu es Dios, las cualidades de la sustancia tienen que ser semejantes a Dios, eternas, totalmente buenas. La Ciencia Cristiana enseña que no hay mal en Dios, y que Dios no puede crear el mal o causarlo. Por tanto, no puede haber sustancia mala o nociva, destructiva o dañina, turbulenta o ingobernable. El reconocimiento de que la sustancia, siendo infinita, es ilimitada, nos provee del poder del Cristo para satisfacer cualquier necesidad que pueda existir. La sustancia verdadera no puede dejar un residuo perjudicial o molesto, ningún depósito excesivo, acumulación o congestión. No puede contaminar ni ser contaminada. Siendo eterna, la sustancia es la esencia misma de la lozanía y pureza, y no puede deteriorarse, decaer o expirar. Es una fuente perdurable de satisfacción y estabilidad.
Las matemáticas nos ofrecen un discernimiento sobre este tema. Si bien cualquier símbolo material puede ser destruido, el concepto básico de ese número es indestructible. Antes que los humanos empezaran a usar números, dándoles símbolos, todos los números y todo el sistema de matemáticas estaban intactos, disponibles, listos para usarse ilimitadamente. Al trabajar en un extenso problema matemático, no se necesita almacenar números de antemano para tenerlos disponibles, y no sobra ninguno una vez terminado el cálculo. Jamás puede haber escasez ni una acumulación onerosa de ellos. Esto también es cierto en cuanto al ser verdadero de cada uno de nosotros, pues la estructura y textura de la verdadera naturaleza del hombre espiritual, están compuestas de la sustancia del Espíritu, y de ninguna manera están sujetas a las falsas creencias y limitaciones de la materialidad. El comprender este hecho nos capacita para gobernar nuestra experiencia y negar gradualmente el aparente control de la materialidad y todas sus falsas creencias.
Una mañana me desperté temprano, y, antes de levantarme, pensé profundamente sobre la sustancia espiritual. Percibí plenamente que el hombre y el universo son espirituales. En ese tiempo, y durante el año anterior, yo había estado sufriendo considerablemente de artritis en ambas manos. A pesar de mi propia oración y de la ayuda ocasional de un practicista de la Ciencia Cristiana, la condición parecía empeorar cada vez más.
Esa mañana mis pensamientos estaban llenos de la naturaleza espiritual del universo. Declaré firmemente que, como la sustancia no podía acumularse donde no era necesaria, era imposible que el hombre, siendo espiritual, sufriera de inflamación o que su ser se limitara. Por tanto, en realidad, tenía que estar libre. Sentí dentro de mí una sensación de alegría, satisfacción y paz. Durante el transcurso de la mañana todos los síntomas de artritis habían desaparecido completamente, y el problema no ha vuelto a manifestarse. En las palabras de Ciencia y Salud: “Estad conscientes por un solo momento de que la Vida y la inteligencia son puramente espirituales — que no están en la materia ni proceden de ella — y el cuerpo no proferirá entonces ninguna queja. Si estáis sufriendo a causa de una creencia en la enfermedad, os encontraréis bien repentinamente”.Ciencia y Salud, pág. 14.
Nuestra existencia está sumamente determinada por nuestra mentalidad, nuestros deseos, nuestras creencias y nuestras expectativas. Las cosas no ocurren de por sí, independientemente de nuestras creencias; son el resultado de las creencias que hemos aceptado. Puede verse, entonces, que un concepto más espiritualizado acerca de la sustancia puede tener un efecto directo sobre nuestra experiencia presente. A medida que rechacemos las creencias limitativas y falsas de la materialidad, y afirmemos la realidad y presencia de la espiritualidad, tendremos dominio sobre la ilusión de escasez, limitación, exceso, deterioro y decadencia. Experimentaremos un sentido continuo de lozanía alegría, abundancia y estabilidad, aquí y ahora, y siempre en aumento.
