Una practicista relativamente nueva en la práctica de la Ciencia Cristiana había estado orando sinceramente durante la tarde y hasta entrada la noche para ayudar a un paciente con un problema de urgencia. Mediante la comunión con el Amor divino, había percibido cada temor mental en el caso y, vigorosamente y con entendimiento, había afirmado la perfección presente de Dios y del hombre creado a Su imagen.
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