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Ni uno está olvidado

Del número de enero de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Sra. González criaba periquitos. Tenía docenas de estos pequeños pájaros multicolores en una pajarera en el fondo de su casa. A Mariana le gustaba mucho ir a visitarla y verla alimentar y cuidar a estos hermosos pájaros.

Un día, la Sra. González ofreció regalarle a Mariana un periquito si le traía una jaula donde ponerlo. Mariana corrió a su casa a preguntar si podía comprar una jaula para pájaros, pero su mamá le dijo que en el presupuesto de la familia no había dinero adicional para esto.

Su mamá también le dijo que Dios es Amor divino y provee de todo bien a Sus hijos. Mariana pensó en esto. En silencio admitió que Su cuidado y bondad eran muy especiales, y que podía confiar en ellos.

No se habló nada más, pero a los pocos días, Mariana llegó a su casa de regreso del colegio con una cara muy feliz y una jaula para pájaros en su mano. Su amiga Juanita se la había regalado porque no la estaba usando. Mariana limpió la jaula y salió corriendo a casa de la Sra. González a buscar su periquito.

Chico Azul era un periquito muy hermoso y cantaba lleno de alegría. Mariana sacó la jaula al patio para que Chico Azul pudiera disfrutar del sol. Pero cuando Mariana entró en la casa, él encontró que la puerta de su jaula no estaba bien cerrada, y salió. Mariana se sintió muy desdichada cuando vio la jaula vacía. Ella y su mamá buscaron por todo el patio y alrededor de la pajarera de su vecina, pero no había rastros de Chico Azul.

La mamá y Mariana hablaron de que tenían que pensar en Dios y confiar firmemente en Él para el cuidado de todas Sus ideas. Ciertamente que el regalo del Amor no podía ser quitado ni perderse. Eso no podía provenir de Dios. Afirmaron que Chico Azul era una idea en el universo del Amor y que Dios gobierna y dirige a todas Sus ideas. Pensaron en lo que dice la Sra. Eddy: “Abramos nuestros afectos al Principio que todo lo mueve en armonía —desde la caída de un gorrión hasta el girar de un mundo”.Escritos Misceláneos, pág. 174.

Al atardecer de ese día, la Sra. González la llamó y le dijo: “Veo a tu pájaro en la copa de ese árbol alto que hay en tu patio”. Y, efectivamente, ¡allí estaba sentado! “No sé cómo harás para bajarlo de allí hacer que entre en su jaula”, dijo la Sra. González sacudiendo la cabeza. Pero Mariana y su mamá estaban seguras de que el Amor guiaría a Chico Azul en todo el camino. Entonces pensaron que podían conectar la manguera y apuntarla hacia lo alto, en dirección al árbol, de modo que cayera un poco de agua sobre Chico Azul. A medida que sus alas se iban mojando, comenzó a saltar de rama en rama hacia abajo. Finalmente se posó en la parte de arriba de la pajarera, y allí la Sra. González lo cubrió suavemente con una red, entregándoselo de vuelta a Mariana. ¡Chico Azul estaba en casa!

Mariana aprendió mucho acerca de cómo podemos confiar totalmente en Dios y no aceptar el temor, y de cómo responde a nuestras oraciones. Como dijera Cristo Jesús, hablando de los pájaros: “Ni uno de ellos está olvidado delante de Dios”. Lucas 12:6.

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