Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Comunión constante

Del número de enero de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La restauración de la obra maestra de Leonardo de Vinci “La Última Cena” está revelando un concepto totalmente nuevo de dicha pintura. En siglos pasados, otros pintores han pintarrajeado sobre el original de de Vinci, cambiando en gran manera algunos detalles.

Esas sobrepinturas parecen simbolizar las numerosas interpretaciones religiosas que embellecen con adiciones ficticias ese sencillo acontecimiento que representó de Vinci. No obstante, cualquiera hoy en día puede encontrar el punto de vista original de la Última Cena al reflexionar sobre el breve relato del evangelio acerca de esa ocasión. Mateo, Marcos y Lucas están mayormente de acuerdo con lo que se hizo y dijo. Aun así, ¿qué base tenemos para conmemorar ese acontecimiento? Sólo Lucas menciona que Jesús sencillamente dijo: “Haced esto en memoria de mí”. Lucas 22:19. El relato de Juan de esa reunión no menciona dicha ceremonia, no obstante, sí detalla un desayuno lleno de gozo a la orilla del mar de Galilea que comparte el Jesús resucitado con sus discípulos que estaban despertando espiritualmente.

Los Científicos Cristianos conmemoran el desayuno matinal donde el Maestro resucitado exigió de cada seguidor — al exigir a Pedro — la obediencia y el amor inherentes a cada hijo de Dios. Esta alegre ocasión anunció la solidaridad y fortaleza que los discípulos habrían de expresar en Pentecostés y en la persecución. Resumió en términos de continuo discipulado las sagradas lecciones de Getsemaní, el juicio, la crucifixión y la resurrección.

Los elementos espirituales de la Última Cena están incluidos en nuestra observancia de la comunión. La verdad que Jesús demostró en su ministerio sanador es el pan que compartimos a medida que comprendemos su enseñanza. En la proporción en que vivimos esa enseñanza, bebemos la copa de vino, tomamos la cruz que él coronó con la inspiración de su victoria sin paralelo.

La comunión en la Ciencia Cristiana es fundamentalmente oración. Afirma nuestra unidad y semejanza espirituales con Dios, la cual demostramos mediante Su Cristo, el oficio eterno de la filiación del hombre y de la mujer con Dios, que Jesús representó. La comunión nos nutre y vivifica con “pan y vino” espirituales. A medida que compartimos la verdad mediante comprensión, y la vida cristiana mediante inspiración, somos capaces de expresar nuestra individualidad divina de manera práctica.

Se observa la comunión en todas las filiales de la Iglesia de Cristo, Científico, el segundo domingo de enero y de julio. El culto de comunión incluye la lectura de los Artículos de Fe, o enseñanzas fundamentales de la Ciencia Cristiana; la Lección-Sermón intitulada “Sacramento”; la invitación a arrodillarse en comunión silenciosa seguida de la repetición del Padre Nuestro; y el canto de toda la congregación de la Doxología de comunión:

Enaltecido seas, Tú, oh
Dios de amor y de bondad;
Henchido de Tu gloria está
el ancho y puro cielo azul.
Despliega pues, Señor, también
Tu gloria en suelo terrenal,
que sepa hoy y aquí el mortal
Tu santo imperio obedecer.Himnario de la Ciencia Cristiana‚ N.° 1.

La participación en el culto de comunión, aun cuando no se limita a los miembros, puede significar para éstos el intento continuo de vivir de acuerdo con los requisitos originales de afiliación‚ los cuales incluyen la adherencia a los Artículos de Fe de la Ciencia Cristiana. Esto puede indicar respeto por los estatutos de la iglesia filial que han sido aceptados de común acuerdo. Puede renovar nuestro compromiso de estar en armonía de unidad cristiana con nuestros compañeros miembros al mismo tiempo que progresamos juntos hacia una comprensión mayor y una obediencia más pura. Considerado en este espíritu‚ el culto de comunión reafirma nuestra lealtad al Principio divino‚ Dios‚ y renueva nuestro celo o lo templa‚ de acuerdo con nuestra necesidad. La comunión‚ observada de todo corazón‚ ofrece la oportunidad de sanar‚ y de ser sanado de la creencia de que hay divisiones en la iglesia o que estamos contribuyendo a ellas.

El arrodillarse en oración en el culto de comunión simboliza la humildad e igualdad de quienes participan. Tanto el concepto exagerado de la importancia propia‚ como el concepto de que se carece de importancia‚ se someten ante la identificación verdadera y espiritual de sí mismo. En esos momentos sagrados de oración silenciosa‚ oímos al Alma hablar a su iglesia de su apoyo al cuerpo de la organización‚ y del lugar amado de cada miembro de ese cuerpo.

Con los corazones cerrados a los sentidos y abiertos al Alma‚ somos espiritualmente restaurados por el Cristo‚ como los discípulos fueron restaurados en ese refrigerio matinal. Después que aceptaron la oportunidad de arrepentirse de sus equivocaciones y olvidaron sus defectos‚ cerraron filas para cumplir las responsabilidades que les esperaban. Al perdonar a nuestro prójimo y ser perdonados por él‚ nosotros también comprendemos‚ en cierta medida‚ nuestra unión común con Cristo en la gloriosa Iglesia de sustancia amable y de consciencia espiritual que excluye el mal al incluir todo bien.

Tenemos el derecho de sentir en cada temporada de comunión la calidad de progreso que sentimos cuando nos afiliamos a la iglesia por primera vez‚ la misma calidad de la comunión del nuevo nacimiento que sintieron quienes asistieron al culto de dedicación de la Extensión de La Iglesia Madre. Un observador de ese acontecimiento comentó: “No hubo momento más impresionante de la dedicación que el de la comunión silenciosa. Los Científicos devotos dijeron después del culto que siempre llevarían con ellos el recuerdo de esa comunión”.Miscellany‚ pág. 38.

De manera individual‚ cada culto de comunión es un culto dedicatorio. Escribiendo sobre la relación de los Científicos Cristianos con la comunión‚ la Sra. Eddy dice: “Se inclinan ante Cristo‚ la Verdad‚ para recibir más de su reaparición y comulgar en silencio con el Principio divino‚ el Amor. Celebran la victoria de su Señor sobre la muerte‚ su probación en la carne después de la muerte‚ su ejemplificación de la probación humana‚ y su ascensión espiritual y final sobre la materia‚ o la carne‚ cuando se elevó fuera del alcance de la vista material”.Ciencia y Salud‚ pág. 35.

La Sra. Eddy no permitió que nada malograra la oportunidad espiritual que la verdadera comunión puede traer a cada individuo que sinceramente la recibe. Fue divinamente guiada para proteger cuidadosamente a la Iglesia de la clase de reunión u observancia que pudiera tener una traza meramente de un momento social‚ una ceremonia ritualista o un festejo religioso. Aun cuando continuó el culto de comunión en las iglesias filiales de todo el mundo‚ ella abolió la temporada de comunión en La Iglesia Madre‚ en parte‚ porque previó la posibilidad de una reunión festiva (ver The First Church of Christ‚ Scientist‚ and Miscellany 142:10–20). Tal vez la comunión exprese su mensaje de unidad y armonía más eficazmente a un círculo más pequeño de comunicantes‚ quienes por virtud de la mutua necesidad de uno por el otro‚ deben vivir por encima de las pretensiones del sentido personal para cooperar con regularidad en bien de su Causa común. En un sermón‚ la Sra. Eddy dijo: “En comunión con Cristo‚ el pan y el vino sólo pueden representar los pensamientos que expresan... Si yo sólo pudiera daros un sentido nuevo y vívido de la fe y el amor‚ la grandeza y la verdad de lo que os dicen‚ recibiríais un gozo y nutrimento consciente que ningún elemento material puede proveer. Entonces comprenderíais qué está designado para que sea nuestro culto de comunión y qué es conmemorar a Jesús en espíritu y en verdad”. Robert Peel‚ Mary Baker Eddy: The Years of Trial (New York: Holt‚ Rinehart and Winston‚ 1971)‚ pág. 331.

La comunión logra su propósito sagrado en nuestra vida en proporción a la constancia de nuestra aplicación práctica de su espíritu en obras sanadoras. Cuando se acerca la temporada de comunión en nuestras iglesias‚ y la observamos‚ debemos preparar nuestro corazón para participar libremente de los elementos sacramentales omnipresentes de la comprensión espiritual e inspiración divina. Podemos aspirar a la comunión constante poniendo en práctica‚ mediante la oración‚ la autoridad y habilidad divinas que todos compartimos para sanar a los enfermos y vencer el pecado.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 1984

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.