La restauración de la obra maestra de Leonardo de Vinci “La Última Cena” está revelando un concepto totalmente nuevo de dicha pintura. En siglos pasados, otros pintores han pintarrajeado sobre el original de de Vinci, cambiando en gran manera algunos detalles.
Esas sobrepinturas parecen simbolizar las numerosas interpretaciones religiosas que embellecen con adiciones ficticias ese sencillo acontecimiento que representó de Vinci. No obstante, cualquiera hoy en día puede encontrar el punto de vista original de la Última Cena al reflexionar sobre el breve relato del evangelio acerca de esa ocasión. Mateo, Marcos y Lucas están mayormente de acuerdo con lo que se hizo y dijo. Aun así, ¿qué base tenemos para conmemorar ese acontecimiento? Sólo Lucas menciona que Jesús sencillamente dijo: “Haced esto en memoria de mí”. Lucas 22:19. El relato de Juan de esa reunión no menciona dicha ceremonia, no obstante, sí detalla un desayuno lleno de gozo a la orilla del mar de Galilea que comparte el Jesús resucitado con sus discípulos que estaban despertando espiritualmente.
Los Científicos Cristianos conmemoran el desayuno matinal donde el Maestro resucitado exigió de cada seguidor — al exigir a Pedro — la obediencia y el amor inherentes a cada hijo de Dios. Esta alegre ocasión anunció la solidaridad y fortaleza que los discípulos habrían de expresar en Pentecostés y en la persecución. Resumió en términos de continuo discipulado las sagradas lecciones de Getsemaní, el juicio, la crucifixión y la resurrección.
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