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El hombre refleja al único e infinito Dios

[Original en español]

Del número de enero de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Dios creó al hombre a Su imagen, para que Lo reflejara en toda Su plenitud. El hombre es la auténtica expresión del único creador.

La Ciencia Cristiana enseña que Dios es bueno y la única Mente. El hombre es Su idea espiritual. La Sra. Eddy explica en Ciencia y Salud: “Las ideas son espirituales, armoniosas y eternas”.Ciencia y Salud, pág. 88.

La comprensión de la verdadera naturaleza de Dios y el hombre nos permite separar la materia del Espíritu. Aprendemos que, en realidad, Dios Se refleja en el universo entero, incluso en el hombre, y que Él ilumina a Su creación con el esplendor divino.

En la Biblia leemos: “Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. Gén. 1:31. Por medio de la comprensión espiritual demostramos que el hombre de Dios — nuestra verdadera identidad — fue, es y siempre será espiritual y armonioso, el reflejo de la única e infinita Mente.

En verdad, reflejamos todo lo puro y santo que emana de la inagotable y única fuente de bien — nuestro Padre-Madre Dios — porque somos Sus herederos. Somos realmente Su linaje. No hay condición material que pueda estorbar o limitar el que Sus hijos reflejen la Mente única. Todo lo que quisiera anular cualquier manifestación del bien es error, o mal. Jamás es el reflejo del Espíritu.

Los esfuerzos conscientes que hagamos para expresar la divinidad por medios de cualidades divinas tales como la inteligencia y la pureza nos dan una mejor comprensión del hombre espiritual. A medida que aceptamos que somos ese hombre, empezamos a ver que no perderemos jamás la verdadera imagen. Comprendiendo este hecho, Cristo Jesús dijo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Mateo 5:48.

El Padre creó al hombre perfecto incapaz de experimentar imperfección alguna. Tenemos que reconocer esa verdad, afirmarla, saber que es lo cierto respecto a nuestra verdadera naturaleza. Reconozcamos siempre la omnipotencia y omnipresencia de Dios y la inquebrantable unidad del hombre con Dios. En verdad, reflejamos las bellas, sustanciales e indestructibles cualidades del Espíritu infinito.

Cuando empezamos a comprender la Ciencia divina, percibimos que el hombre es el reflejo de Dios, Su semejanza divina. Esta comprensión nos llena de paz y alegría, y de la seguridad de la eterna e infinita unión del hombre con Dios, el Todo-en-todo.

Las limitaciones, tales como la pobreza y el desamparo, son impuestas por la mente mortal, el origen de toda enfermedad y pecado. Dios es rico en manifestaciones espirituales; y en realidad, nosotros, Sus hijos, no podemos padecer escasez en ninguna forma, porque reflejamos todas las riquezas que el Espíritu infinito imparte. El verdadero ser no puede ser pobre en ningún sentido, porque es espiritual. No está sujeto a la materialidad con sus limitaciones. La única Mente infinita se refleja en todo el universo.

Por medio de la oración podemos progresivamente abandonar nuestra dependencia en lo material. Podemos aprender a confiar en Dios y a esperar el bien en nuestra vida. La Sra. Eddy explica: “La renuncia a todo lo que constituye el llamado hombre material, y el reconocimiento y realización de su identidad espiritual como hijo de Dios, es la Ciencia que abre las compuertas mismas del cielo; de donde fluye el bien por todos los cauces del ser, limpiando a los mortales de toda impureza, destruyendo todo sufrimiento, y demostrando la imagen y semejanza verdaderas”.Escritos Misceláneos, pág. 185.

Abramos las puertas de nuestro corazón para que penetre en nuestra consciencia la luz del Cristo. Entonces comenzaremos a demostrar que el hombre es el reflejo del único e infinito Dios y que, en verdad, somos este hombre.

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