Algunas veces a un practicista de la Ciencia Cristiana se le pregunta si estaría dispuesto a orar por un paciente en caso de que éste deseara confiar tanto en los medicamentos como en Dios para curarse. El practicista se ve obligado a rehusar, pero en ciertas ocasiones se pregunta si el paciente comprende realmente por qué se le negó la ayuda.
En Ciencia y Salud la Sra. Eddy deja la elección entre la medicina y la Mente, Dios, en manos del paciente. Ella instruye al practicista que renuncie a los casos en que el paciente opta por la medicina, dejando al paciente en libertad de seguir cualquier curso que crea mejor. Ver Ciencia y Salud 443:14–444:7. Pero ella explica que sólo cuando nos ponemos de un lado — del lado de la Verdad — es que la curación regeneradora y permanente puede tener lugar.
Tenemos que ver claramente este punto, porque si damos poder tanto a lo material como a lo espiritual, no tenemos en realidad ninguna ayuda. Cristo Jesús dijo: “Ninguno puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Mateo 6:24.
Una combinación de Mente y materia es imposible cuando la existencia se percibe söbre la base de que Dios es la única Mente, que incluye dentro de sí al hombre y al universo. La Ciencia divina es metafísica cristiana pura, congruente, totalmente aparte de la materia y de los sistemas materiales de curación. El restablecimiento se basa en la premisa de que todo es la Mente y su efecto, y que no hay materia. En realidad, el paciente recurre al practicista en busca de algo más que la curación física; desea vencer en cierta medida el agresivo argumento de que es una entidad física con un cuerpo mortal. Está diciendo al practicista: “Tengo dificultad en verme como la manifestación de Dios y en aferrarme a los hechos espirituales. Ayúdeme a dominar esta creencia de que hay vida en la materia, de modo que se restablezca en mí la certeza de mi unidad con Dios, la certeza de que Él es mi única Vida y Mente”.
La Sra. Eddy declara: “No es sabio tomar una actitud indecisa y vacilante, o tratar de valerse igualmente del Espíritu y de la materia, de la Verdad y del error. Hay un solo camino — a saber, Dios y Su idea — que nos lleva al ser espiritual. El gobierno científico del cuerpo tiene que lograrse por medio de la Mente divina. Es imposible obtener el dominio sobre el cuerpo por otro medio. En ese punto fundamental el tímido tradicionalismo es absolutamente inadmisible. Sólo por medio de una confianza radical en la Verdad puede realizarse el poder científico de la curación”.Ciencia y Salud, pág. 167.
La dependencia en medios materiales comienza con un razonamiento finito: un mundo material, un hombre mortal y un Dios que crea tanto el bien como el mal. La gente depende, por lo general, de los cinco sentidos físicos y del testimonio de éstos, testimonio que, por su naturaleza misma, tiene que estar basado en la materia. Pero los sentidos espirituales del hombre verdadero se originan en Dios, en lo que Él sabe y está causando que Su hijo sea. Este universo espiritual de ideas es invisible para los sentidos materiales. Cristo Jesús dijo: “Mi reino no es de este mundo”. Juan 18:36. Él ciertamente demostró que se puede andar sobre la tierra y aún así mantener el nivel espiritual de consciencia que sojuzga la materia. También nos enseñó a hacerlo. Tenemos que estar dispuestos a separar la materia de la Mente, y después elegir lo real en todos los casos. La Ciencia Cristiana no trata de hacer a Dios semejante al hombre. En vez, la Ciencia eleva la consciencia humana para que perciba la naturaleza de un Dios ilimitado y de un hombre que es semejante a Dios. Se puede encontrar la existencia verdadera sabiendo lo que Dios sabe, viendo solamente lo que la Mente perfecta revela, oyendo solamente las exigencias divinas, sintiendo, por así decirlo, el abrazo de Sus tiernos brazos.
Aquellos que han aprendido a confiar en el tratamiento de la Ciencia Cristiana conocen sus seguros efectos. Pueden dar testimonio de la presencia del Cristo sanador, la Verdad siempre eficaz, siempre disponible y omnipotente. El tratamiento es el advenimiento del Cristo al pensamiento humano. El tratamiento establece la unidad del hombre con Dios. Es una percepción clara y vigorosa de la totalidad de Dios y de la perfección sin mancha del hombre como Su semejanza. La oración sanadora rechaza la creencia en las mentiras que los llamados sentidos físicos presentan como realidades.
En el tratamiento nos sometemos sólo a lo que Dios conoce y está causando que el hombre sea; rechazamos todo lo que no es bueno, porque Dios es bueno e invariable. Desplazamos las creencias materiales con las ideas espirituales y negamos la materia y la mente mortal, comprendiendo que Dios es Mente infinita, la sustancia de todo ser. Mediante el tratamiento llegamos a la gloriosa comprensión de que hay un solo Dios, que no tiene opuesto, una sola Vida, una sola Verdad y un solo Amor, gobernándolo todo y siendo Todo. La eterna presencia del bien, Dios, destruye la creencia en un poder opuesto a Él. Verdades cristianas y científicas como éstas, vividas consecuentemente, nos capacitan para sanar y ser sanados. La confianza radical en Dios y el reconocimiento de la inmortalidad actual del hombre son requisitos si hemos de vencer los males de la carne.
Es posible que usted haya tenido muchas curaciones en la Ciencia Cristiana, pero ahora se encuentra en una situación en que la curación todavía no se ha logrado ni por medio de sus oraciones ni con la ayuda de buenos practicistas. ¿Significa esto que debe darse por vencido y buscar ayuda médica? Esa sugestión no se origina en Dios ni en Su hombre. No llegará nunca el momento en que la Verdad, Dios, sea insuficiente para liberarnos de las creencias materiales, por muy tenaces que sean. Tenga la seguridad de que Dios está justo a mano. Sin embargo, a lo que ciertamente nos enfrentamos es a la necesidad de elevarnos más, de aumentar nuestra comprensión de la unicidad y totalidad de la Deidad, y de poner en práctica esa comprensión de un modo más amplio. El hombre ni depende de la materia ni está definido por ella. Usted y yo tenemos un cuerpo, identidad espiritual definida, pero es una idea en la Mente, sujeta a la Mente que siempre nos está formando de nuevo. El hombre es la obra de Dios; su cuerpo es inexpugnable.
El problema no radica en un cuerpo mortal, sino en la mente mortal, la consciencia hipotética. A medida que reconozcamos que la dificultad no es un “algo” material que es menester cambiar, sino un concepto mental irreal y falso, habremos dado un paso importante en la dirección correcta. Cuando venzamos en el pensamiento la creencia en que la Mente única y perfecta tiene un opuesto, o mente mortal que pueda sustentar esa creencia, habremos acabado por completo con el problema. Lo que nos hace vacilar y considerar otros medios puede muy bien ser la sugestión, todavía sin sanar, de que la materia existe y define al hombre; en su lugar, tenemos que ver la mentira total de mortalidad como una ilusión y actuar como corresponde.
¿Debemos obtener un diagnóstico si la curación se demora? Un diagnóstico no es deseable porque podría reforzar la creencia de que hay que hacer algo a la materia o por la materia, cuando lo que realmente necesitamos es abandonar todo lo que sugiere que somos un mortal en un saco de piel. La verdad de nuestro ser es que vivimos en la Mente como imagen, idea, hijo bendito, heredero de todo lo que es bueno.
El Amor divino es ciertamente adecuado para satisfacer todas nuestras necesidades. El esfuerzo persistente y paciente y la cristianización del pensamiento triunfan. La Biblia nos dice: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”. Salmo 37:5. Las palabras de la Sra. Eddy dan fuerza a nuestro empeño: “Buscar o emplear otros medios que no sean los que empleó el Maestro para demostrar científicamente la Vida, es perder el inapreciable conocimiento de su Principio y práctica”. Y más adelante continúa: “La fidelidad a sus preceptos y a su práctica es el único pasaporte a su poder; y el camino de la bondad y la grandeza corre por entre los modos y métodos de Dios”.Escritos Misceláneos, pág. 270.
Apartándonos del punto de vista material y carnal de la vida y uniéndonos a lo espiritual y perfecto, a lo que Dios conoce y está causando que Su hombre sea, hacemos lugar para que la ley divina borre y aniquile las pretensiones de que hay vida en la materia. Cuando estos pensamientos puros predominan, los falsos pensamientos han de desvanecerse.