La Iglesia de Cristo, Científico, mantiene la norma de la curación cristiana original mediante las pruebas de curaciones genuinas de sus miembros por medios espirituales solamente. Debido a ello, la gente algunas veces se pregunta si un miembro de La Iglesia Madre que quisiera optar por recurrir a medios materiales para su curación, es disciplinado mediante acción de la Iglesia.
La respuesta es no. Dependencia total en la oración y en el poder de Dios para la curación es un compromiso voluntario con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. La curación cristiana es un sagrado privilegio individual, y los pasos que llevan a ella no vienen de ninguna amonestación externa o de procedimientos administrativos.
Una de las razones por las cuales los miembros se afilian a la Iglesia es que han visto que la curación por la Ciencia Cristiana es espiritualmente enaltecedora como también confiable y físicamente eficaz. Otra razón para afiliarse a la Iglesia puede ser el deseo de dar y de recibir el apoyo afectuoso del que todos necesitamos participar a medida que nos esforzamos por demostrar la Ciencia Cristiana. Tal apoyo en bien del progreso espiritual individual del miembro, y sus esfuerzos por demostrar el poder sanador de la Verdad, permanecen disponibles constantemente, incluso si en algunos casos se ha apartado para recurrir a métodos materiales de tratamiento. En tal circunstancia, su afiliación a la iglesia permanece intacta, y su progreso espiritual encaminado a cubrir la distancia entre sus ideales y las presentes acciones será apoyado.
El hombre verdadero, creado a semejanza de Dios, está exento de pecado, enfermedad y muerte. Cristo Jesús, el representante terrenal más elevado posible de la Verdad, demostró la capacidad del hombre para ascender por encima de la mortalidad. Todos tenemos que ir muy lejos en nuestros esfuerzos por demostrar este ideal. Pero sí reconocemos las posibilidades presentes para demostrar nuestra verdadera identidad espiritual y unidad con Dios. Reconocemos que estas posibilidades pueden lograrse, paso a paso, sólo mediante plena y absoluta confianza en el poder del Espíritu para curar. No hay ni valor ni virtud en posponer cualquier paso que actualmente podamos tomar para demostrar nuestras posibilidades más elevadas. Cada prueba que hagamos, por modesta que sea, avanza esta demostración y nos despierta espiritualmente para comprender mejor nuestra individualidad verdadera a semejanza de Dios.
La confianza radical en los medios espirituales para la curación nos confiere una comprensión más clara de la realidad divina. Esta comprensión inspirada efectúa, a su vez, la curación. Se infiere que tal confianza radical es un aspecto indispensable en la práctica de la Ciencia Cristiana. También se infiere que quienes se dedican a la práctica pública de la curación por la Ciencia Cristiana, que están a favor de esta norma radical espiritual, ven que es compatible que ellos mismos pongan en práctica para su curación lo que ponen en práctica para la curación de los demás.
El privilegio de anunciarse como practicista público en el The Christian Science Journal y en El Heraldo de la Ciencia Cristiana, le es acordado a quien lo solicita porque mantiene la norma ética como se enseña en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy. Si un practicista optara por apartarse de esta norma al cuidar de las necesidades de su propia salud, entonces, su aceptación de esta norma ética y su integridad lo llevarían de manera natural a retirar su anuncio del Journal o Heraldo hasta que su aptitud para la práctica pública se haya fortalecido y restablecido espiritualmente. (Su afiliación a la Iglesia, por supuesto, no es afectada por haber tomado este paso.) Tal persona tiene la libertad de solicitar anunciarse nuevamente en dichas publicaciones periódicas, una vez que haya comprobado que se adhiere nuevamente a la elevada norma que la práctica pública exige.
¿Qué decir, entonces, de esos otros miembros que representan públicamente a las filiales de la Iglesia de Cristo, Científico, tales como los Lectores? Las normas democráticas que las iglesias filiales mantienen, derivan también de la ética de la Ciencia Cristiana que se enseña en Ciencia y Salud. Como el apoyo a esta norma ética es individual en su demostración, la preservación de ella es esencialmente un asunto de integridad individual y no de los reglamentos de la iglesia. No obstante, la norma ética inseparable del cargo de Lector no puede pasarse por alto. El miembro que decida recurrir a medios materiales para el cuidado de su salud se abstendrá, debido a su profundo respeto a las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, de servir en un cargo que lo colocaría en una posición de representar públicamente a una organización formada para representar fielmente esas enseñanzas. Cuando esté satisfecho de que sus acciones están en conformidad con las normas de dependencia radical en los medios espirituales solamente para la curación que Ciencia y Salud establece, podrá, por supuesto, aceptar que se le designe o elija para el cargo.
Cada día trae a cada miembro de La Iglesia Madre y de sus filiales, una nueva oportunidad para renovar su compromiso con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana y para reforzar su disciplina a fin de mantener la norma radical de su práctica. De hecho, Ciencia y Salud señala: “Podemos unirnos a esta iglesia sólo a medida que nazcamos de nuevo en el Espíritu, que alcancemos la Vida que es Verdad y la Verdad que es Vida, produciendo los frutos del Amor — echando fuera el mal y sanando a los enfermos”.Ciencia y Salud, pág. 35.
En nuestros esfuerzos por mejorar nuestra comprensión y demostración de esta Ciencia, podemos hallar consuelo y fortaleza en las Bienaventuranzas de Jesús. Quienes procuran y obedecen la instrucción de ellas, logran sus efectos benéficos. La sabiduría y la justicia residen en la obediencia de tales leyes como: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. Mateo 5:7, 8.
La misericordia de Dios nos dará la gracia para confiar más radicalmente en el Espíritu divino día a día. Mediante el desarrollo y defensa de nuestra confianza en Dios, y nuestra defensa contra la engañosa intrusión del materialismo generalizado, logramos la comprensión pura de que el hombre a Su semejanza jamás sucumbió a ninguna clase de tentación; el hombre verdadero jamás fue tentado. Y el hombre perfecto y espiritual, hecho a semejanza de Dios, jamás estuvo enfermo.