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El liderato continuo de nuestra Guía

Del número de abril de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Los Científicos Cristianos se refieren con frecuencia a Mary Baker Eddy como la Guía de ellos. Alguien podría preguntarse qué significa esto exactamente. Es conveniente considerar el porqué, el qué y el cómo de su liderato.

Un buen punto de partida, es el hecho de que la Iglesia que la Sra. Eddy fundó deriva su carácter de la Ciencia que ella descubrió.

Lo que ella descubrió, mediante el desarrollo de la revelación de la Verdad, fue la Ciencia eterna de Dios y el hombre, inclusive las reglas y método metafísicos mediante los cuales pueden demostrarse sus verdades.

Esta Ciencia es invariable. Sus verdades básicas, que se expresan en su método y reglas perdurables de oración, son el sistema, por mucho tiempo oculto, de las obras trascendentes de enseñanza y curación de Cristo Jesús. Radiantes con el espíritu del Amor redentor, estas verdades eternas brillan tanto en el corazón del Antiguo Testamento como en el del Nuevo Testamento; ellas constituyen la inspirada Palabra de la Biblia.

Mediante revelación y prueba, la Sra. Eddy hizo el descubrimiento culminante de que esta luz viviente, el Cristo llegando a la humanidad, siempre está presente y puede conocerse y probarse como Ciencia demostrable. Esta Ciencia es redentora porque se expresa en ley espiritual practicable; es absoluta porque emana de Dios, Principio divino; es universal porque Dios es Amor omnímodo.

En consecuencia, es natural, lógico, y apropiado que la Iglesia que Mary Baker Eddy fundó esté designada para ser gobernada por ley y no por personas. Esto incluye a La Iglesia Madre en Boston y a sus filiales alrededor del mundo que funcionan democráticamente, constituyendo una organización indivisible.

Una Iglesia fundada sobre el Principio divino y gobernada por ley tiene permanencia; y está destinada a permanecer generación tras generación. En contraste, una institución a la que le faltase esta base segura, estaría expuesta a los caprichos transitorios de la flaqueza humana: influencias divisivas de las opiniones, ambiciones y egoísmos mortales. Basada firmemente en la Verdad y gobernada por la imparcial ley de la iglesia, la Iglesia de Cristo, Científico, expresa la permanencia de la revelación.

Su gobierno espiritualmente basado se aplica igualmente a todos sus miembros, incluso a quienes son elegidos o designados para ocupar cargos de la más elevada responsabilidad. Cualquiera sea su desempeño individual, todos los miembros han de ser guiados por las enseñanzas y normas espirituales, las cuales incluyen leyes y reglamentos que dirigen a la Iglesia en todas sus actividades organizadas.

En esta perspectiva vemos claramente cómo es que la Descubridora y Fundadora, la Sra. Eddy, continúa ahora y por todo el tiempo siendo la Guía de la Iglesia y de nuestra Causa. Fue ella, y ella sola, quien descubrió la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) y registró la revelación en el libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Así proveyó a su Iglesia (y al mundo) con la declaración completa de la enseñanza y práctica genuinas de la Ciencia Cristiana.

El libro de texto explica la Ciencia del Cristo, la Ciencia de Dios y del hombre, que es absoluta e invariable, no obstante, infinita en desarrollo y demostración. Al explicar la Ciencia y al interpretar el significado espiritual de la Biblia, Ciencia y Salud dota a la Iglesia de Cristo, Científico, con su teología permanente. Ni diferencias doctrinales ni teologías de carácter personal pueden dominar en la Ciencia Cristiana. El libro de texto es eterno, específico y autoritativo; también así es la Biblia; y juntos constituyen el pastor en todas nuestras iglesias.

De esta manera, la Sra. Eddy, mediante sus escritos y la luz que ellos proyectan sobre la Biblia, provee liderato permanente en las enseñanzas religiosas y normas espirituales aceptadas por los Científicos Cristianos. Ella es la Guía por cuanto siguió sin reservas las enseñanzas de Cristo como fueron ejemplificadas por el Maestro, Cristo Jesús.

Hechos similares pueden afirmarse en cuanto a la Iglesia misma. Únicamente la Sra. Eddy es su Fundadora. Desinteresadamente dio más de tres décadas de su misión terrenal para estructurarla sobre bases permanentes. Fue ella quien moldeó y configuró su gobierno, mediante la dirección divina y la demostración, en el Manual de La Iglesia Madre.

El descubrimiento y la fundación fueron inseparables; ambos fueron impulsados por Dios. El Manual, y la estructura de la iglesia establecida en él y gobernada por su ley impersonal, son las demostraciones de la Sra. Eddy como Fundadora (y nuestras para mantenerlas). Ellas proveen los medios por los cuales la Causa de la Ciencia Cristiana puede continuar, no sólo más allá de su vida humana, sino a través del tiempo hasta que su misión redentora en bien de la humanidad sea completa.

El libro de texto y el Manual preservan y salvaguardan la pureza de la exacta Ciencia espiritual desarrollada mediante revelación. El Manual es el instrumento de la posición continua de la Sra. Eddy como Fundadora y Guía. Sólo tal autoridad administrativa que delegue el Manual puede ponerse en práctica en la Iglesia. Sólo en acuerdo con sus normas y dirección pueden los deberes delegados llevarse a cabo legítimamente. El Manual especifica el propósito y la autonomía democrática de las iglesias filiales, y las funciones y deberes básicos que deban administrarse en La Iglesia Madre y por ella. También establece el espíritu cristiano y la pureza de motivo que han de gobernar las vidas de los adherentes y la transacción de todos los negocios de la Iglesia.

Decir estas cosas no significa ofrecer una vacua retórica o conceptos meramente simbólicos. El Manual es la norma por la cual los que tienen a su cargo puestos de responsabilidad, miden continuamente sus decisiones. Cuanto más importante y de mayor alcance sea una acción que deba llevarse a cabo, tanto más cabalmente es examinada bajo la luz de las estipulaciones gobernantes del Manual, como también de acuerdo con las otras instrucciones y directivas de la Sra. Eddy, y, por supuesto, del libro de texto mismo.

Un ejemplo sumamente importante se encuentra en las estipulaciones del Manual que exigen la aprobación personal de la Sra. Eddy para ciertas acciones o designaciones. Lejos de estar obsoletas, estas estipulaciones tienen una fuerza moral especial hoy en día. Su sustancia y espíritu continúan predominando. Ellas exigen de sus seguidores el mayor cumplimiento y devoción para asegurarse de que las acciones tomadas — incluso las acciones tanto de los que designan como de los designados — estén en perfecto acuerdo con las enseñanzas e instrucciones de la Guía.

De máxima importancia en relación con esto ès la propia declaración de nuestra Guía: “Quienes me buscan en persona, o en otra parte que no sea en mis escritos, me pierden en lugar de encontrarme”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 120. A La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana escribió: “Jamás abandonen los Estatutos ni el gobierno religioso de la Iglesia Madre. Si no estoy personalmente con ustedes, la Palabra de Dios, y mis instrucciones en los Estatutos los han guiado hasta ahora y los seguirán guiando a salvo...” Robert Peel, Mary Baker Eddy: The Years of Authority (New York: Holt, Rinehart and Winston, 1977), pág. 228. La Sra. Eddy publicó una declaración similar en The Christian Science Journal de Noviembre 1909, que empezó como sigue: “Yo apruebo los Estatutos de La Iglesia Madre, y exijo que la Junta Directiva de la Ciencia Cristiana los mantenga y los sostenga. Estos Directores no actúan contrariamente a los reglamentos del Manual de la Iglesia, ni me perturban con sus dificultades que tengan con personas de su propia iglesia o con los miembros de las iglesias filiales” (ver Miscellany, págs. 358–359).

Claramente, entonces, el uso del término “Guía” por los Científicos Cristianos es mucho más que una expresión de afecto sentimental. Registra el reconocimiento del poder práctico de la Sra. Eddy para guiar a la Iglesia y a la Causa de maneras específicas mediante sus escritos. Afirma el privilegio del que todos gozamos, cualquiera que sea nuestro desempeño en el trabajo de la iglesia, de seguir su liderato. Mediante el Manual y sus otros escritos, nuestra Guía es una continua presencia práctica.

En una sociedad libre, la sustancia de la autoridad en toda organización voluntaria tiene que ir mucho más profundo que las reglas escritas. Es esencialmente poder moral. Por tanto, en la Iglesia de Cristo, Científico, la sustancia del liderato de la Sra. Eddy y nuestra lealtad es mucho más que meras palabras y formalidades. Encontramos esta sustancia de autoridad en la inspiración e integridad, la sabiduría y visión de su liderato. La vemos también en la disposición voluntaria de sus seguidores para seguir. Extrae su fuerza de la fidelidad, confianza, obediencia, desinterés, y adherencia a la ley espiritual impersonal que anima a la relación. El apoyo largamente mantenido y la lealtad positiva de la irresistible mayoría de los miembros de la Iglesia de Cristo, Científico, atestiguan el hecho de que se puede cumplir la obediencia a ella.

Claramente, entonces, hay una sustancia viviente tanto en el liderato como en el hecho de ser seguidores. La esencia de ser seguidores es lealtad genuina al liderato de la Sra. Eddy, a sus enseñanzas, a su propósito, y a la estructura de la iglesia que esmeradamente estableció para las épocas. No se encuentra en la superficial alabanza insincera o en el fariseísmo que quisieran profesar lealtad mientras procuran socavar y destruir la forma del gobierno de la iglesia que es uno de los frutos sobresalientes de la vida de la Sra. Eddy.

Un punto adicional que merece atención es que el título de “Guía” es tan permanente como el Manual mismo. Artículo XXII, titulado “Relación de los miembros con la Pastora Emérita”, designa específicamente a la Sra. Eddy como Guía (ver Sec. 1). Las varias secciones aclaran — en sustancia y espíritu como se mostró mediante ilustraciones específicas — lo que esto implica para los miembros de la iglesia.

La Sra. Eddy jamás renunció a su título y cargo de Pastora Emérita. Jamás renunció a su lugar como cabeza o Guía de su Iglesia; claramente especificó su permanencia. Ella dirige a su Iglesia hoy en día — como lo hizo cuando estuvo presente personalmente — mediante sus escritos. Les recuerda a sus seguidores: “La eternidad aguarda a nuestro Manual de la Iglesia”. Miscellany, pág. 230. Ella todavía es nuestra Guía y siempre lo será.

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