Mi esposo y yo hemos obtenido una mayor comprensión acerca de Dios, mediante el estudio de Ciencia Cristiana, lo cual nos ha traído muchas curaciones. Hemos sido sostenidos financiera, física y mentalmente, por medio del reconocimiento de que Dios es nuestro omnipresente Padre-Madre.
Una de las experiencias más sobresalientes fue la curación de un persistente y abrumador sentido de temor. Hace algunos años, la prensa publicaba con frecuencia noticias referentes a un hombre que en nuestra ciudad estaba raptando y asesinando a mujeres que tenían más o menos mi edad. Por esa época, yo creía que mi experiencia en karate sería una buena protección contra ese peligro. Pero después, supe que el hombre estaba usando una sustancia química para someter a sus víctimas. Me aterrorizaba pensar que si yo era atacada, se me podría privar de mi capacidad para pensar y actuar coherentemente.
En este punto me di cuenta de que había estado encarando incorrectamente este problema. Parte de un versículo de la Biblia me vino a la mente (1 Juan 4:18): “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”. Empecé a reflexionar sobre la manera en que el amor podría reemplazar el temor que yo sentía. Pero como estaba razonando desde un punto de vista humano y limitado del amor, no podía calmar mi pensamiento. “¿Cómo puedo amar a alguien que no es bueno?”. Ésa era la pregunta que me parecía tan desconcertante.
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