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Comencé a asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana...

Del número de abril de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Comencé a asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana cuando tenía unos cinco años de edad. Como a la edad de once o doce años, dejé de asistir porque perdí interés en lo que respecta a religión.

Algunos años después, me di cuenta de lo valiosas que habían sido las enseñanzas recibidas en la Escuela Dominical. Para ese mismo tiempo se me presentó un problema físico que me producía mucho dolor, por lo que me sentí muy atemorizada. El médico que consulté diagnosticó el mal como quistes de los ovarios. Me recetó medicamentos que debía tomar por espacio de tres meses. Al final de ese tiempo, volví a visitarlo, me dijo que la curación había sido perfecta y que todo estaba bien, pero que volvería a sufrir de ese problema de tiempo en tiempo toda mi vida. Cuando salí del consultorio pensé: “Ésta no es la clase de curación de la que yo aprendí en la Escuela Dominical. La curación en la Ciencia Cristiana es permanente”.

Cuando los síntomas aparecieron de nuevo, escribí una declaración sobre la verdad espiritual de los escritos de Mary Baker Eddy aplicable a mi problema (ni siquiera recuerdo esta declaración), la puse en mi escritorio en la oficina, la memoricé y pensé en ella con frecuencia. Poco después, realmente sané. De esto hace ya unos veinte años, y no he vuelto a sufrir más de ese mal.

Aun con la experiencia de esa maravillosa curación, no me hice estudiante de Ciencia Cristiana hasta ocho años después. Entonces comencé a asistir a una iglesia filial de la Iglesia de Cristo, Científico, y sentí como si hubiera regresado a mi propio hogar. Me hice miembro de esa iglesia filial, así como de La Iglesia Madre. Tomé instrucción en clase de Ciencia Cristiana. El ser miembro de un iglesia filial y participar activamente en la misma han sido las bendiciones más grandes de mi vida.

Un día me levanté sintiéndome muy enferma. También cojeaba bastante de una pierna. Me sentía muy deprimida, pero tenía trabajo de la iglesia que hacer y no quería que nada interfiriera con mi actividad normal, de manera que decidí proceder con mi día.

Me vino a la mente que cuando escuchamos el radio, queremos oír una estación lo más clara posible y sin estática. Si hay alguna interferencia, cuidadosamente sintonizamos la estación hasta poder oírla con claridad. Me propuse “sintonizar” mi pensamiento ese día por medio de la oración para estar completamente consciente del poder y de la omnipresencia de Dios. Sabía que Dios es Amor, y que verdaderamente yo era su hija, su imagen y semejanza. Cualquier sugestión de que yo era menos que espiritualmente perfecta fue rechazada como algo que no era nada más que estática — creencia errónea — y no dejé que interfiriera con mis actividades normales.

El mantener esta actitud espiritual requería una gran disciplina, pero cuando regresé a la casa ya me sentía bien, y la pierna estaba normal otra vez. También noté que una protuberancia que me había salido en uno de los párpados desde hacía varios meses había desaparecido completamente. Como la Sra. Eddy nos dice: (Ciencia y Salud, pág. 261): “Mantened vuestro pensamiento firmemente en lo perdurable, lo bueno y lo verdadero, y los experimentaréis en la medida en que ocupen vuestros pensamientos”.

He tenido la experiencia de otras muchas curaciones por medio de la Ciencia Cristiana. La artritis, el hábito de fumar y beber, una extrema timidez y muy mal temperamento, todos se han desvanecido.

Estoy muy agradecida por un matrimonio feliz y un continuo sentido de paz. Aun antes de comenzar a estudiar seriamente la Ciencia Cristiana, tuve muchas altas y bajas, ahora me siento cerca de Dios, me siento sostenida por su fortaleza. Me siento muy protegida, y esto es debido a lo que he aprendido sobre Dios por medio de la Ciencia divina.


Doy testimonio de las curaciones relatadas por mi esposa. Estoy muy satisfecho de que las haya compartido. Nos apoyamos diariamente en las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, y los resultados de estas bendiciones los hemos visto en todos los aspectos de nuestra vida.

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