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[Original en español]

Es profunda la gratitud que siento por la Ciencia Cristiana* y por...

Del número de abril de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Es profunda la gratitud que siento por la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) y por las múltiples bendiciones que he recibido al estudiarla y practicarla.

Una mañana ayudé a mi esposa a subir unas damajuanas de queroseno al altillo de nuestra casa por una escalera de madera. La escalera mide como 2,80 mts. de altura y tiene diez escalones. Debajo de la escalera está nuestra cocina de gas, que en ese momento estaba encendida. (Me doy cuenta ahora de que hubiera sido más prudente apagar la cocina antes de mover el queroseno.) En un momento en que mi esposa me alcanzó una de las damajuanas desde abajo de la escalera, inadvertidamente la golpeó contra un escalón. La vasija de vidrio, que estaba totalmente llena, se rompió, y el queroseno se volcó sobre la cocina prendida. De inmediato salieron grandes llamaradas que cubrieron todo el espacio que da para el altillo.

Permanecí parado en el extremo superior de la escalera, rodeado de humo y llamas. Lo primero que dije fue: “Padre, ¿qué hago?” Instantáneamente recordé el Salmo 46 (versículo 10): “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. En voz alta declaré una y otra vez que Dios es el único poder y que yo no tenía nada que temer. Luego miré para ver si podía escapar por una ventana que daba al techo. Pero la ventana tenía una reja, y era imposible salir por ella.

Las llamas cubrían toda la puerta del altillo, cuando recordé que la garrafa del gas, que estaba pegada a la cocina, podía explotar. Mi esposa me gritó que me bajara. Antes de intentar hacerlo, le repetí en voz alta que Dios era nuestro único poder y protección. Desde ese momento, fue como si una fuerza guiadora hubiera ido delante de mí, dándome la calma y el valor que me hizo posible lanzarme entre las llamas, correr hacia la cocina, desconectar la garrafa, sacarla hacia el exterior de la casa y apagar las llamas. El fuego fue tan intenso que se quemó parte de la escalera y quedaron revoques destrozados. Sin embargo, quedé totalmente sano; sólo mi ropa se chamuscó un poco. Aún perdura en mi recuerdo la serenidad y confianza que me acompañaron durante esta experiencia.

Quiero agradecer a Dios por Cristo Jesús, el Mostrador del camino, y por su fiel seguidora, la Mary Baker Eddy. Estoy agradecido porque la Ciencia Cristiana ha hecho tanto por la humanidad. La instrucción en clase por una maestra autorizada de la Ciencia Cristiana ha plantado mis pies más firmemente en el camino de la Verdad, y una comprensión de Dios y de mi unidad con Él aumenta diariamente.


Con gozo verifico el testimonio de mi esposo y confirmo su amor y receptividad a la Verdad.

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