Al buscar satisfacción, a veces mucha gente ha sido tentada por las bebidas, la conducta inmoral, las drogas, el cigarrillo y la despiadada ambición por el poder (por nombrar sólo algunos engaños). Estas cosas pretenden ser soluciones que satisfacen nuestros deseos. Pero, ¿son realmente soluciones?
Muchas de estas “formas de vivir” se citan en la Biblia como formas de tentación que deben ser vencidas, no como una forma satisfactoria de vivir. La Biblia relata las formas en que diferentes personajes han afrontado la tentación. Muchos la superaron con éxito, pero ninguno con la perfección de nuestro Maestro, Cristo Jesús. Los escritores de los Evangelios lo describen resistiendo al tentador en el desierto, rechazando las propuestas de gloria, honor y poder materiales que el mal le presentaba. Ver Mateo 4:1–11.
En otra ocasión, uno de los Evangelios describe a Jesús escribiendo en la tierra mientras los escribas y fariseos lo presionaban para que condenase a la mujer adúltera, tentándolo a aplicar la letra fría de la ley mosaica, mientras él esperaba en silencio, quizás para recibir de la Mente divina la respuesta adecuada. Luego, la Biblia relata que dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella... Pero ellos, al oir esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno”. Entonces Jesús dijo a la mujer: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?... Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Juan 8:7, 9–11.
La Biblia — y especialmente el ministerio del Maestro — nos ayudan a descubrir, por medio del estudio e inspiración individuales, la forma específica para vencer la tentación.
Jesús se apoyó por completo en el poder de la Mente divina, su Padre. Como ningún otro lo hizo antes, expresó al Cristo sanador, la manifestación de Dios. Mediante la oración, pudo demostrar la nada del mal, su irrealidad. El no siguió los modelos y manera de vivir de su época. El sabía que podía expresar en su vida una función más elevada y sustancial que la que le ofrecía el tentador. Debido a su inspiración y discernimiento, no confundió jamás la voz del error o del pecado con la de su Padre celestial. Dijo al tentador: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás”. Mateo 4:10. Ante lo sensual, demostró que la presencia y atracción de la Verdad era la única realidad.
Su oración e identificación consciente con el Cristo le permitieron demostrar la solución divina, expresar la palabra adecuada o mantener un silencio comprensivo. Su humilde sumisión a Dios le permitió traer curación a cualquier situación. La oración, la completa identificación con el Cristo y la conducta guiada por la Mente divina dieron al Maestro una victoria eterna sobre la tentación.
El vencer las tentaciones no es el privilegio de algunas personas, como quisiera argüirnos el error o la opinión general. Todos podemos expresar nuestro dominio porque, en realidad, somos hijos de Dios. La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) nos enseña la manera de expresar esta verdadera naturaleza espiritual.
Nuestra actividad sanadora, en conformidad con el Cristo, incluye el rechazar el error y aceptar la verdad, rechazar y afirmar. El negar el mal, el estar en desacuerdo con sus sugestiones, es necesario, pero puede que no sea suficiente. Necesitamos también afirmar la presencia del bien, declarar la permanencia del hijo perfecto de Dios que en realidad somos, y luchar por vivir de acuerdo con esta realidad.
¿Por qué tenemos que vivir apáticamente, con indolencia — soñando despierto con el pecado o coqueteando con él — cuando podemos vivir a la manera del Cristo? No sólo podemos destruir el error, sino afirmar y vivir la verdad, revelando al hombre nuevo. Por medio del Cristo, aprendemos que el verdadero propósito satisfactorio de nuestra vida es amar, y servir a Dios y a una humanidad que está sedienta de curación. Podemos hacer de nuestra vida diaria un ejemplo de virtud y podemos ayudar a otros a elevar sus vidas. Como Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, nos dice en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Si alguien es un borracho o un esclavo del tabaco o el sirviente especial de cualquiera de las innumerables formas de pecado, encarad y destruid esos errores con la verdad del ser — haciéndole ver, al que hace mal, el sufrimiento que ocasiona la sumisión a tales hábitos y convenciéndole que no existe placer real en falsos apetitos”. Ciencia y Salud, pág. 404. La opción acertada y triunfante es vivir más cerca de Dios y ofrecer nuestra ayuda a aquellos que buscan la Palabra.
¡Qué mejor vida que pasarla compartiendo el bien; predicando, por medio del ejemplo, una verdadera espiritualidad; orando por una humanidad que busca sanidad y que anhela la paz! Ninguna otra forma de vivir se puede comparar con un corazón lleno de amor, un corazón repleto de agradecimiento a Dios por el pan diario recibido y por la infinita posibilidad de expresar el Principio.
El luchar por vivir nuestra verdadera naturaleza espiritual tal vez no nos evite que tengamos pequeñas y grandes batallas contra las sugestiones del vicio, la enfermedad y el pecado; pero, sin duda, abrirá nuestra experiencia a la luz verdadera del Espíritu, la luz que ilumina nuestros pasos a la verdad correctora que despeja nuestro camino de piedras y obstáculos. El Cristo nos guía a dejar de lado la debilidad y aquiescencia frente al error. El rechazar la tentación tal vez sea penoso y difícil para nuestros sentidos humanos, los que tal vez nos empujen hacia las satisfacciones humanas, pero es el único camino seguro hacia la liberación. A medida que lo seguimos, comenzamos a caminar por senderos de roca firme y esperanza feliz, de verdes colinas y de abundancia.
Bienaventurado el varón que soporta la tentación;
porque cuando haya resistido la prueba,
recibirá la corona de vida,
que Dios ha prometido a los que le aman.
Cuando alguno es tentado,
no diga que es tentado de parte de Dios;
porque Dios no puede ser tentado por el mal,
ni él tienta a nadie.
Santiago 1:12, 13