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La cizaña no es el trigo

Del número de julio de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En lo que parece ser una mezcla de bien y mal en la naturaleza humana, sólo el bien es verdadero. El mal es irreal; es meramente una ilusión, la misma ilusión que la Biblia nos indica en el Génesis cuando la serpiente habla con Eva sobre la advertencia de Jehová Dios acerca del árbol en medio del huerto. “La serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”. Ver Gén. 3:1–6. La obediencia a una ilusión no abre los ojos a nadie; los cierra a la realidad del bien, la cual es y debiera ser nuestra única base para ayudarnos a nosotros mismos y a los demás.

En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy dice: “El sentido espiritual es el discernimiento del bien espiritual. La comprensión es la línea de demarcación entre lo real y lo irreal. La comprensión espiritual revela a la Mente — Vida, Verdad y Amor — y demuestra al sentido divino, dando prueba espiritual del universo en la Ciencia Cristiana”.Ciencia y Salud, pág. 505.

Como profesora de lectura terapeútica, he trabajado durante muchos años con estudiantes lentos, adultos retardados, estudiantes que no terminaron sus estudios, presidiarios y expresidiarios, los emocionalmente perturbados, y así por el estilo. En cada caso, lo que más he necesitado ha sido la habilidad de discernir entre el individuo y lo que fue diagnosticado como su dificultad. En otras palabras, se necesitaba la comprensión espiritual para reconocer que la Mente, o fuente divina, es únicamente buena. De esta manera se ha comprobado que la bondad, la espiritualidad, la armonía, la inteligencia y la sabiduría están presentes y que son expresadas por el hombre por ser él hijo de Dios.

A medida que quienes han necesitado de ayuda han usado fielmente estas verdades, se han mantenido en ellas y las han aceptado en cierta medida, he visto progreso en un caso tras otro, y las personas han logrado destreza, seguridad, aprecio de sí mismas, curación y más confianza en Dios.

En su parábola del hombre que sembró buena semilla en su campo, sólo para enterarse de que un enemigo había sembrado cizaña durante la noche, Cristo Jesús recalcó la necesidad de esperar hasta el momento de la cosecha para separar el trigo de la cizaña, “no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo”. Mateo 13:29.

En Ciencia y Salud se habla sobre la importancia de diferenciar entre estos opuestos: “Lo temporal y lo irreal nunca tocan lo eterno y lo real. Lo mutable y lo imperfecto nunca tocan lo inmutable y lo perfecto. Lo inarmónico y lo autodestructivo nunca tocan lo armónico y lo autoexistente. Esas cualidades opuestas son la cizaña y el trigo, que realmente jamás se mezclan, aunque (a la vista mortal) crezcan juntos hasta la cosecha; entonces la Ciencia separa el trigo de la cizaña mediante la comprensión de que Dios está siempre presente y que el hombre refleja la semejanza divina”.Ciencia y Salud, pág. 300.

¿Cuándo es nuestro tiempo de cosecha espiritual? Cuando podamos ver claramente para separar el mal del bien sin hacer daño a lo que es bueno. En nuestro fervor por extirpar el error, algunas veces pisoteamos lo bueno porque no podemos distinguir el uno del otro. Pero la cizaña no es el trigo; nunca fue trigo ni estuvo unida al trigo, ni fue parte de él. El error no es el hombre; jamás fue el hombre verdadero y jamás pudo unirse al hombre ni ser parte del hombre.

¿Cómo podemos usar esta verdad universal en un caso específico? Tomemos el caso de un estudiante que entre en la sala de clase mostrando señales físicas de deterioro, escasez, desprecio de sí mismo, temor. El profesor puede corregir inmediatamente su propio concepto de la situación. Puede rechazar cada sugerencia viperina de que el mal es tan real como el bien, y reemplazarla con el hecho de que el hombre es el efecto perfecto de Dios, que expresa activamente Sus cualidades divinas. El profesor no da tratamiento según la Ciencia Cristiana a menos que se lo pidan, pero puede proveer una atmósfera pura donde todos pueden comprender mejor la identidad verdadera. En el grado en que esto se haga fielmente, habrá una respuesta, un cambio, un sentido iluminado. A medida que el profesor persiste en ver compasivamente a todos, no como a una mezcla de algo bueno y malo, sino como una expresión de Dios completamente buena, se esfuma la resistencia contra la Verdad.

Hay muchas formas de resistencia contra el bien, pero pueden ser vencidas. Algunas pocas que he visto, y que son las más frecuentes en mi trabajo terapéutico, son las siguientes: la creencia en la herencia y en los defectos mentales y físicos; la creencia en un ambiente de escasez y en la costumbre de odiarse a sí mismo y a los demás. Pero las verdades de la identidad espiritual del hombre y el negar un origen material traen curación. El reconocimiento de que “ahora somos los hijos de Dios”, 1 Juan 3:2. y el concepto de que el hombre es el hijo de nuestro Padre-Madre, Dios, han sido eficaces y consoladoras direcciones para mí. La Sra. Eddy dice: “El hecho contrario relativo a cualquier enfermedad es necesario para sanarla. El declarar la verdad tiene por objeto reprender y destruir el error”.Ciencia y Salud, pág. 233. Cualquier número de hechos contrarios pueden venirle espontáneamente al profesor en respuesta a la oración humilde.

A medida que recurrimos diariamente a las Lecciones Bíblicas en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, descubrimos nuevos discernimientos que rechazan las sugestiones de que el hombre es parte del mal. Se nos revelan maneras inspiradoras de presentar estos conceptos para responder a las necesidades individuales. La fuente de ideas ilimitadas que provienen de Dios, está a la mano para responder a cada llamada mental en busca de ayuda.

El asociar el mal con los demás puede ser una tentación terrible que nos impulsa a creer que si otra persona no es tan buena, por comparación nosotros nos veremos mejores. Tal manera de pensar es tontería. Cuanto más nos dediquemos a ver al hombre tal como es — la idea completamente buena de Dios, a la que el mal jamás toca ni es tocada por el mal — tanto más aceptaremos el bien. Y ser receptivos al bien trae el bien a nuestra experiencia.

El mundo puede que necesite alimento material en la forma de trigo, pero tiene una necesidad aún mayor de discernimiento espiritual para separar la cizaña del sentido físico del trigo de la verdadera identidad masculina y femenina. Este discernimiento acerca del hombre de Dios puede cambiar al mundo de sentir un cansador desaliento a un punto de vista completamente nuevo, descrito en uno de nuestros himnos:

Belleza y orden juntos
están en Su labor.Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 329.

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