Hace más de cuarenta y cinco años, mi madre conoció la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) por intermedio de una vecina, quien, con gran amor, le habló de esta religión cuando mi abuelo falleció. ¡Cuán agradecida ha estado mi familia por este “vaso de agua fría” dado con tanta liberalidad y aceptado con mucho anhelo. Ha bendecido y continúa bendiciéndonos a través de tres generaciones.
Cuando era estudiante de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, obtuve una comprensión de Dios que me capacitó para aplicar verdades espirituales a mi experiencia diaria. A través de buenos y malos tiempos, el estudio y la práctica de esta Ciencia me han sostenido y han llegado a ser para mí una manera de vivir.
Ha habido tantas curaciones; algunas han ocurrido instantáneamente, y otras han sido el resultado de mucho orar y de la perseverancia. ¡Cuán verdaderas son las siguientes palabras de Ciencia y Salud con Clave de la Escrituras por Mary Baker Eddy (pág. 66): “Las pruebas son señales del cuidado de Dios... Cada fase sucesiva de experiencia descubre nuevas perspectivas de la bondad y del amor divinos”.
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