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La Iglesia en acción

El siguiente artículo fue preparado en La Iglesia Madre por el Departamento Actividades de la Iglesia.

Trabajando juntos en la iglesia

Del número de julio de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Journal


Todo Científico Cristiano tiene el privilegio de utilizar las verdades de la Ciencia divina en los desafíos que se presentan en la iglesia y, también, para resolver los problemas individuales ya sean físicos o mentales. A todos los miembros se les requiere constantemente que practiquen su religión acertadamente dentro del cuerpo mismo de la iglesia. Los miembros llevan a cabo esto por medio de algunas de las siguientes formas: esforzándose por trabajar más de cerca con los demás en compañerismo cristiano; uniéndose en oración para solucionar las situaciones que a la iglesia se le presentan; y exigiéndose a sí mismos que cada actividad de la iglesia esté movida y dirigida por el impulso y propósito espiritual más elevado. Sólo una demostración así implementará la misión de la Iglesia de Cristo, Científico, designada por la Sra. Eddy para sanar y salvar a la humanidad.

El autogobierno democrático es parte integral del designio de la Sra. Eddy para las filiales; ellas deben practicarlo para cumplir su misión. En su referencia a “la Magna Carta de la Ciencia Cristiana”, la Sra. Eddy nos da una perspectiva única sobre su requisito de democracia en la iglesia. Ella escribe: “La iglesia es el portavoz de la Ciencia Cristiana, — su ley y evangelio están de acuerdo con Cristo Jesús; sus reglas son la salud, la santidad y la inmortalidad,— iguales derechos y privilegios, igualdad de los sexos, rotación en los cargos”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, págs. 254—255.

Estas pautas ayudan a establecer normas democráticas para nuestro trabajo en las filiales. Ellas nos exigen cumplir con el “nuevo mandamiento”, o ley, que nuestro Maestro, Cristo Jesús nos dio: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34). El trabajo en conjunto de una manera verdaderamente democrática protege el crecimiento y la eficacia de la iglesia. La vigilancia espiritual de cada miembro, que se logra mediante la oración hecha en beneficio propio y de la iglesia, ayuda a resolver los desafíos que intentarían retardar el progreso de la institución.

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