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Dispongámonos a cambiar interiormente

Del número de julio de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La curación cristiana impone severas exigencias al sanador. ¡Espere! ¡No deje de leer! Lo interesante es que el aceptar estas exigencias no hace las cosas más difíciles. Alivia la carga.

Los discípulos de Cristo Jesús aparentemente tuvieron que aprender más acerca de lo que se exigía de ellos. También nosotros, hoy en día, los que quisiéramos practicar la curación cristiana, podemos tener curaciones cada vez más definidas y un gozo espiritual mayor a medida que aceptamos estas exigencias y comprendemos la razón de ellas.

Cuando los discípulos le preguntaron al Maestro por qué ellos no habían podido sanar cierta enfermedad, Jesús les explicó que algo les faltaba debido a la “poca fe”  Mateo 17:20. de ellos.

En otras palabras, no podían esperar sanar simplemente porque habían escuchado la verdad de Dios y las buenas noticias de Su reino. La exigencia era que ellos mismos tenían que cambiar. La “poca fe” tenía que ser desarraigada, y tenían que estar enteramente dispuestos a responder al Cristo, o la Verdad, y no al sentido material de la existencia. Seguir al Cristo, por lo tanto, era mucho más que ser aparentemente obediente; significaba cambiar interiormente: renacer espiritualmente. Y todavía significa esto hoy en día.

Mientras la consciencia humana no sea transformada, aceptará la llamada realidad de un mundo material junto con sus concomitantes de enfermedades y dolores. Por lo tanto, la curación cristiana requiere que estemos dispuestos a reemplazar nuestro viejo concepto de vida en la materia por la nueva consciencia de Dios como Vida: esa consciencia que Dios mismo provee. Es posible que, mediante nuestras oraciones, hayamos previamente sanado de alguna enfermedad o de otras dificultades. Pero el progreso continuo requiere que elevemos más alto nuestros pensamientos. Esto nos lo exige la Verdad divina; por lo tanto, somos capaces de hacerlo, estamos capacitados por Dios para cumplirlo.

El interrogante es: ¿Deseamos realmente este cambio substancial en la consciencia? O, ¿simplemente deseamos tener suficiente comprensión de las verdades espirituales o metafísicas para aplicarlas a nuestros problemas? ¿Esperamos seguir aferrándonos al mismo punto de vista que en general tenemos acerca de la vida, y a cualquier bien confortable y transitorio que hayamos encontrado en ella, y, al mismo tiempo, saber lo suficiente de la verdad espiritual para sanar la enfermedad o escapar del problema que nos agobia? Si es así, no estamos cediendo al requisito principal de la curación cristiana. Jesús dijo que debemos amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, y con todo nuestra alma, y con todo nuestra mente. Ver Mateo 22:37.

Puesto que la consciencia humana supone que hay un mundo material con más males que bienes, es la que responde a las sugestiones del mundo que declaran que la enfermedad es natural e inevitable, entonces, la curación requiere un cambio en esta consciencia. Mary Baker Eddy, quien guía esta era al demostrar que el cristianismo puro es Ciencia, explica: “El efecto de esa Ciencia es incitar a la mente humana a un cambio de base, sobre la cual pueda dar lugar a la armonía de la Menta divina”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 162.

Nos ayuda el comprender que un cambio de base, a saber, un cambio de la materia a la totalidad de la Mente o el Espíritu, es realmente fundamental en toda curación espiritual. Cuando esto se comprende, no somos tentados a preguntarnos si hay algo erróneo en todo el concepto de la curación por medio de la oración, o si nuestra propia oración es suficientemente buena, en caso de que nuestra propia expectativa de la curación parezca ser contradecida por las evidencias materiales. En cambio, sabremos que la curación requiere un íntimo cambio de pensamiento, y lo haremos con “oración y ayuno”, Mateo 17:21. o sea, con la reforma del pensamiento, la purificación de los motivos, el crecimiento en gracia, el estudio y el esfuerzo que constantemente nos acercan a la nueva consciencia que reconoce que la verdad de Dios es grande y que gobierna al hombre perfectamente.

Si verdaderamente estamos trabajando y orando, no seguimos siendo los mismos. ¡No es posible! No nos quedamos en la retaguardia, inactivos, por así decirlo, y lanzamos declaraciones espirituales como dardos a la enfermedad. A medida que oramos para comprender que toda la vida y todo el ser están bajo el gobierno de Dios, gobierno que incluye todo el bien y excluye todo mal, algo nos ocurre: y este “algo” es un cambio de consciencia. La Sra. Eddy plantea estas preguntas: “¿Está nuestra consciencia en la materia o en Dios? ¿Tenemos otra consciencia aparte de la del bien? Luego dice: “Si nuestra consciencia está en el pecado, la enfermedad y la muerte, estamos equivocados. Esta es la antigua consciencia”.Escritos Misceláneos, pág. 179.

La mente humana no puede fácilmente concebir el poder sanador que sólo un momento de verdadera consciencia espiritual trae a la experiencia humana. Este gozoso reconocimiento acerca de la realidad espiritual ya presente, es suficiente para disolver lo que parecieran ser sustanciales dificultades humanas en lo que son: nada más que conceptos equivocados que han de ceder a la Verdad.

Afortunadamente para nosotros, el Cristo habla a la consciencia humana, y a medida que estamos dispuestos a escuchar, a ser transformados, somos realmente transformados. Entonces nos damos cuenta de que hay nuevos pensamientos para pensar: ideas de la magnitud de Dios y de la ilimitada perfección del hombre por ser creado por Dios. Reconocemos esas ideas como válidas, verdaderas — como percepción espiritual, y no como falta de fe — y, además, las reconocemos como nuestras.

Nuestros esfuerzos por comprender la verdad espiritual pueden, ocasionalmente, parecer insignificantes en comparación con la magnitud de la situación que nos enfrenta. Pero lo maravilloso es que no somos nosotros la fuente de la verdad espiritual. Dios es la fuente; por lo tanto, siempre hay suficiente verdad disponible. La Sra. Eddy indica algo del ilimitado alcance de esta fuente, o Verdad, cuando escribe: “La luz de la comprensión espiritual da sólo destellos de lo infinito, así como las nebulosas indican la inmensidad del espacio”.Ciencia y Salud, pág. 509.

El concepto de un mundo material y de un cuerpo material comienza entonces a verse como el concepto equivocado que realmente es. Pierde su poder sobre nosotros, tiene menos capacidad para dominar el pensamiento. Vemos que no estamos en la materia, tratando de salir de ella. Estamos en el reino infinito de Dios, y el despertar a este hecho efectúa la curación. Como la Sra. Eddy lo dice: “La consciencia verdadera es la salud verdadera”.Esc. Mis., pág. 298.

!Quién no recibiría con alegría estas exigencias que pueden tener tan notables resultados; que pueden guiar hacia la curación y hacia la nueva consciencia que comprende que Dios es nuestra Vida!

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