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Crecí en la Ciencia Cristiana y asistí a una Escuela Dominical de la...

Del número de septiembre de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Crecí en la Ciencia Cristiana y asistí a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana en mi niñez. Aunque siempre me he apoyado en la Ciencia Cristiana para mis curaciones, nunca realmente llegué a comprender el poder de esta Ciencia, sino hasta el segundo año de mis estudios universitarios.

El fin de semana anterior a mis exámenes finales, decidí irme a casa para tener un lugar tranquilo para estudiar. Durante uno de mis pequeños descansos, salí para jugar con nuestros dos perros. Al correr, me resbalé en una parte que estaba cubierta de hielo, y caí abruptamente al suelo. Traté de levantarme, pero me di cuenta de que la espalda no me sostenía y el dolor era intenso.

Después que me ayudaron a entrar a la casa, comencé a estudiar la Biblia, y Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. También afirmé mi verdadera identidad como hija perfecta de Dios. Luego llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara con mi trabajo de oración.

Esa noche traté de caminar, y me caí al suelo. Además, me era muy difícil sentarme. Entonces me atemoricé.

Durante la noche, cuando trataba de dormir, recordé una sencilla frase que había aprendido en la Escuela Dominical acerca de cómo el temor puede, aparentemente, parecer real. Una maravillosa sensación de paz me embargó. Descansé y dormí tranquila el resto de la noche.

A la mañana siguiente oré, afirmando la omnipotencia de Dios y la relación del hombre con El. Al estudiar Ciencia y Salud, llamó mi atención la respuesta que da la Sra. Eddy a la pregunta: “¿Qué es el hombre?” En la página 475, ella dice acerca del hombre: “Es la compuesta idea de Dios e incluye todas las ideas correctas; ... lo que no posee, de sí mismo, ni vida ni inteligencia ni poder creativo, sino que refleja espiritualmente todo lo que pertenece a su Hacedor”. La angustia se hizo menos oprimente cuando, gradualmente, me di cuenta de que mi poder y fuerza se derivaban sólo de Dios. Yo sabía que El estaba gobernando por completo, a pesar de lo que los sentidos materiales parecían indicar.

Al llegar la noche, yo ya estaba caminando y podía sentarme. Para el lunes ya pude estar sentada varias horas consecutivas, y me fue posible terminar mis exámenes finales. Luego se efectuó la completa curación.

En mi trabajo ahora estoy diseñando, instalando y encargándome del mantenimiento de jardinería ornamental. Juego activamente a la pelota con raqueta, voy a esquiar, y también monto a caballo. Nunca he tenido obstáculo físico alguno al llevar a cabo estas actividades.

Desde que ocurrió esa curación, me he afiliado a La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts, así como a una iglesia filial local. Estoy verdaderamente agradecida por la Ciencia Cristiana, y por las sencillas verdades espirituales que sanan completa y permanentemente.


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