Estoy muy agradecida por haber conocido la Ciencia Cristiana. Antes de saber mucho sobre esta enseñanza, con gran entusiasmo buscaba la verdad y oraba con fervor. En junio de 1978, mientras estudiaba la Biblia, de momento sentí un gran deseo de visitar a alguien que tenía un amigo que había asistido a los cultos dominicales en una Sociedad de la Ciencia Cristiana. Durante la visita, obtuve la dirección de la sociedad local.
Entonces, el siguiente sábado, visité la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. La bibliotecaria fue muy amable conmigo. Durante esta visita, leí un pasaje en Ciencia y Salud con Calve de las Escrituras por la Sra. Eddy, que empieza (pág. 35): “Nuestro bautismo es una purificación de todo error”. Y continúa así: “Nuestra eucaristía es la comunión espiritual con el único Dios”. Desde el momento que leí estas palabras, mi vida cambió, pues empecé a encontrar las respuestas que necesitaba. En la Sala de Lectura me dieron bastante literatura de la Ciencia Cristiana, y sentí la inspiración de asistir al culto dominical en la Sociedad de la Ciencia Cristiana al día siguiente.
Pronto después de esto, compré un ejemplar de Ciencia y Salud. En la página 200 dice: “La gran verdad en la Ciencia del ser de que el hombre real fue, es y siempre será perfecto, es incontrovertible; porque si el hombre es la imagen, el reflejo, de Dios, no es ni invertido ni subvertido, sino recto y semejante a Dios”. Esta declaración y otras verdades en el libro me hicieron muy feliz.
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