Muchas personas creen que solamente mediante acciones inescrupulosas, engañando un poco por aquí y desplazando a alguien por allá, se puede progresar en los negocios. Si creemos que éste es un problema nuevo, encontraremos que el lamento de Job indica que es muy antiguo: “Traspasan los linderos, roban los ganados, y los apacientan. Se llevan el asno de los huérfanos, y toman en prenda el buey de la viuda”. Job 24:2, 3.
La tentación de permitir esa clase de prácticas para sobrevivir en el mundo de los negocios, puede ser muy fuerte. Pero quien es honesto y ama a su prójimo como a sí mismo, no puede ser compelido a creer que el éxito real puede obtenerse de ese modo. Acepta inequívocamente la verdad de la advertencia que hace la Sra. Eddy en Ciencia y Salud: “Entiéndase que el triunfo en el error significa derrota en la Verdad”.Ciencia y Salud, pág. 239.
A veces, prácticas cuestionables o carentes de ética comienzan temprano en nuestra experiencia, antes de haberse desarrollado un firme sentido de integridad. Por otra parte, hay personas que, por lo general, son honestas pero que se ven atrapadas en prácticas que no son estrictamente lícitas ni decentes. Tal vez ellos no estén conscientes de que se están llevando a cabo negocios clandestinos. Pero si son estudiantes de Ciencia Cristiana que estudian la Lección-Sermón En el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. de la Biblia y de Ciencia y Salud diariamente, y oran y se esfuerzan por vivir de acuerdo con los Diez Mandamientos y el Sermón del Monte, lo deshonesto, con seguridad, saldrá a luz.
Aun cuando los actos censurables se hayan descubierto, y nuestro sentido moral se haya desarrollado al grado de aborrecerlos, puede presentarse el argumento que tales acciones han estado ocurriendo desde hace tanto tiempo que a muchas personas, algunas de ellas inocentes, se les hará daño si revelamos o detenemos tales acciones. La amenaza de rupturas irreparables hace más difícil el dilema. La posibilidad de cualquier solución que no provoque una gran catástrofe, puede parecer remota.
El deseo sincero de corregir lo que está mal, y la disposición para apoyar ese deseo con la oración y el esfuerzo consecuente, pueden traer los cambios necesarios, ya sea que hayamos sido completamente inocentes o que hayamos dado nuestro consentimiento para realizar tratos engañosos a sabiendas. Pero debemos ser honestos con nosotros mismos. Debemos estar dispuestos a mirar con firmeza la situación y a nosotros mismos para ver los errores cometidos, aunque se hayan cometido por descuido, ignorancia, cobardía, codicia o por cualquier otro motivo.
A veces, las correcciones pueden hacerse calladamente. Pero si ése no fuere el caso, Dios dará a todos los involucrados el ánimo para enfrentar lo que acontezca. Lograr la sabiduría y el valor para ser honestos es mucho más sustancial que el logro material o el prestigio humano.
Lo importante es reprimir el materialismo y obtener espiritualidad. A pesar de cuánto valor el mundo dé a las posesiones y posiciones, si se obtienen ilícitamente, no bendicen. Cristo Jesús hizo una pregunta que debemos hacernos a nosotros mismos: “¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” Mateo 16:26. Les recordó a quienes lo escuchaban que los tesoros materiales podían ser corrompidos por la polilla y el orín o minados y hurtados por ladrones. Ver Mateo 6:19, 20.
Puede parecer que estos tesoros tengan algún valor temporal; lo mismo puede decirse del mero poder y prestigio personales. Pero si su precio es nuestra integridad o compasión, sería mejor no adquirirlos. La fortaleza de carácter, la honestidad, la pureza, el afecto fraternal, la consagración y los ideales elevados, tienen un valor bien fundado y perdurable. Ciencia y Salud resume la posición correcta en estas palabras: “En la Ciencia Cristiana, se entiende que sustancia es Espíritu, mientras que los adversarios de la Ciencia Cristiana creen que sustancia es materia. Piensan que la materia es algo y casi lo único y que las cosas que pertenecen al Espíritu son casi nada, o muy alejadas de la experiencia diaria. La Ciencia Cristiana adopta el punto de vista diametralmente opuesto”.Ciencia y Salud, págs. 349–350. Si nos esforzamos por seguir este punto de vista cristianamente científico, veremos que la mundanalidad irá perdiendo cada vez más su lugar de primacía y que, de manera creciente, Dios irá ocupando el primer lugar en nuestra vida.
Comprenderemos que, debido a que Dios es Verdad, la verdadera identidad del hombre es pura, incapaz de engañar o corromper. Podemos aferrarnos a este hecho que afirma Ciencia y Salud: “Una idea espiritual no tiene ni un solo elemento de error, y esa verdad elimina debidamente todo lo que sea nocivo”.Ibid., pág. 463.
Puesto que el verdadero ser del hombre es el reflejo del Amor divino, el hombre no puede ser codicioso ni egocéntrico. La verdadera individualidad espiritual del hombre — la nuestra — sólo puede ser amorosa, buena y justa.
Cuando consideremos que Dios es la única Mente, reconoceremos que todas las partes en cualquier transacción expresan a esta Mente. Dios nos da a todos la inteligencia para percibir el camino que debemos tomar para llegar a una solución. No importa cuán complejo sea el problema, si nos asimos honesta, persistente y humildemente a la verdad acerca de Dios y el hombre, tendremos una respuesta.
La humildad es el factor clave. Jesús dijo sobre los mansos que “ellos recibirán la tierra por heredad”. Mateo 5:5. Preocuparse más por ser buenos y hacer el bien que por lo que la gente piense sobre nosotros, es una prueba de entereza.
La siguiente advertencia de Pablo merece que la consideremos seriamente: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”. 1 Tim. 6:17. Solamente lo que Dios nos da puede traer paz y felicidad reales. Y lo que El nos da es superabundante y perdurable.
