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Del número de febrero de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


[Class instruction]

En los primeros días de nuestro movimiento, la instrucción en clase de Ciencia Cristiana era considerada como el paso más natural del mundo. Y, sin duda, esto es lo que sigue siendo hoy día. ¿Qué podría ser más natural que adquirir un mayor conocimiento sobre la curación en la Ciencia Cristiana, tanto para beneficio propio como para ayudar a los demás? Un corazón receptivo, lleno de humildad, honradez y bondad, está lo suficientemente preparado como para considerar, al menos, este paso. Mary Baker Eddy ordenó a los maestros a no solicitar alumnos, pero también escribió: “Ningún miembro de esta Iglesia deberá aconsejar que no se tome instrucción en clase de Ciencia Cristiana” (Manual de La Iglesia Madre, Art. XXVII, Sección 5).

Si quiere usted saber si está preparado, se podría preguntar si está dispuesto a aceptar un concepto más profundo del amor; a desempeñar un papel más valioso y gratificador al compartir la Ciencia bendita que nuestra Guía nos dio; a ir a la vanguardia con aquellos que, con gozo, dan testimonio diario del poder regenerador y sanador del Amor divino, de un sentido más espiritual de la Vida. Además, ¿está preparado para aceptar los beneficios de una relación continua con un dedicado maestro de la Ciencia Cristiana y de una reunión de asociación anual, ambas, verdaderos banquetes de alimento espiritual?

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