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La curación en la iglesia: una “prueba de su utilidad”

Del número de febrero de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“¡Me he sanado!” exclamó mi amigo cuando, un miércoles, salíamos de nuestra filial de la Iglesia de Cristo, Científico, después de la reunión vespertina de testimonios. Mi amigo me dijo que se había sentido impulsado a ir a la iglesia aunque estaba sufriendo de una dolorosa enfermedad y le había sido difícil conducir el automóvil.

¿Cuál era el concepto que él tenía de iglesia? ¿Un edificio, una estructura material? Por cierto que mi amigo respondió activamente a la idea espiritual de Iglesia que la Sra. Eddy define en Ciencia y Salud como “la estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él”.Ciencia y Salud, pág. 583. Respondió al llamado del Cristo: “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios”. Mateo 10:8. ¿No es acaso así como la Iglesia se manifiesta en nuestra vida, por medio de la curación que prueba la utilidad de la idea divina?

Las selecciones preparadas, el apoyo vigoroso de los miembros en la congregación, y la participación de ellos en la reunión, fueron todos factores contribuyentes para la curación de mi amigo, ya que la actividad del Cristo en la consciencia individual siempre manifiesta la utilidad de la Iglesia. Como lo dice la Sra. Eddy en la segunda parte de la definición de Iglesia: “La Iglesia es aquella institución que da prueba de su utilidad y eleva a la raza humana, despierta el entendimiento dormido de las creencias materiales para que comprenda las ideas espirituales y demuestre la Ciencia divina, y así echa fuera a los demonios, o al error, y sana a los enfermos”.Ciencia y Salud, pág. 583.

El Evangelio de San Lucas relata la curación de “una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar”. Lucas 13:11. Era el día de reposo, y Cristo Jesús se hallaba enseñando en la sinagoga. Jesús llamó a la mujer, y ella respondió a este llamado del Cristo, tal como mi amigo había respondido, pues leemos que Jesús “puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios”. Lucas 13:13.

¿Cuál es nuestra actitud mental cuando entramos en una iglesia filial? ¿Nos preparamos espiritualmente para las curaciones en la iglesia al dedicar tiempo para orar por nosotros mismos y por nuestra iglesia? O, si entramos en la iglesia agobiados por un problema, preocupados por las dificultades en nuestra familia, en nuestras relaciones con los demás, o en los negocios, ¿esperamos una curación? Podemos abandonar esas cargas, asistir al culto religioso y ser sanados. Si respondemos al llamado del Cristo, saldremos glorificando a Dios.

Este concepto de iglesia, espiritual y sanador, es sumamente necesario hoy en día, y debe abarcar todas las actividades de la iglesia. ¡Cuán importante es que protejamos y atesoremos esta preciosa dádiva de la curación espiritual que nuestra Guía, la Sra. Eddy, puso a nuestro alcance mediante la revelación de la Ciencia Cristiana! En su obra Escritos Misceláneos, dice: “En distintas épocas la idea divina toma diferentes formas, según las necesidades de la humanidad. En esta época toma, más inteligentemente que nunca, la forma de la curación cristiana. Este es el niño que hemos de atesorar. Este es el niño que rodea con brazos amorosos el cuello de la omnipotencia, e invoca el infinito cuidado del amoroso corazón de Dios”.Esc. Mis., pág. 370.

¿Estamos listos para compartir nuestro entendimiento espiritual de este poder sanador del Cristo cuando asistimos a los cultos religiosos? Si es así, la comunidad será atraída a la iglesia al igual que las multitudes buscaban a Jesús. Mucho podemos aprender de una curación que ocurrió cuando dos hombres se encaminaban a su lugar de adoración. Pedro y Juan enfrentaron un cuadro patético a la entrada del templo. “Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo”. Hechos 3:2.

Pedro y Juan sabían cuál era el verdadero significado de la adoración. Habían aprendido el método espiritual de sanar de su Maestro, Cristo Jesús. El entendimiento espiritual que Pedro y Juan tenían del Cristo, la Verdad, sanó al hombre, quien entró con ellos en el templo, alabando a Dios.

Un domingo por la mañana, mientras servía como organista suplente en mi iglesia filial, me vi enfrentada al desafío de si podría o no estar en mi lugar en la iglesia. No podía levantar los brazos ni las manos. Al recurrir a Dios en oración, me invadió la convicción absoluta de la presencia y del poder sanadores del Amor divino, y de la actividad ininterrumpida de la Iglesia. Esta era una ocasión para poner toda mi confianza en Dios. Un familiar me llevó a la iglesia y colocó la pieza de música en el atril del órgano, y esperamos juntos en oración el momento de comenzar. Cuando llegó la hora de tocar el preludio, mis manos estaban sobre el teclado — libres — y el órgano desbordó su alabanza.

Pongámonos nuestro “vestido de boda”, hecho de alabanza y felicidad, al entrar en la iglesia. ¡La Iglesia es para sanar!

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