Una vez, me sentí indispuesta durante la época de exámenes en la escuela primaria a la que asistía, y no pude participar en la mayoría de los exámenes, excepto en dos o tres materias. (Yo tenía un caso benigno de ictericia, que sanó pronto por medio de la Ciencia Cristiana. Pero los reglamentos de la escuela requerían que yo no fuera a las clases por un período de quince días mientras recuperaba.)
Volví a la escuela pocos días antes de que nuestro director anunciara la lista anual de premios. Mi amiga me dijo que, en esta ocasión, yo no obtendría ningún premio porque había faltado a la mayoría de los exámenes finales. Sin embargo, el resultado fue que me otorgaron el premio de la clase, así como el de “mejor estudiante de la escuela primaria”. Ambos premios se concedían basándose en el trabajo de todo el año escolar.
Después que se anunciaron los premios, mis amigas se mantuvieron alejadas de mí, y se las escuchó murmurar que no era justo, y que el director había mostrado parcialidad. Al ver la conducta de mis amigas, en silencio negué lo que había visto y afirmé que en el reino de Dios sólo hay armonía. Puesto que todos somos verdaderamente Sus hijos amados, siempre nos amamos los unos a los otros.
Tan pronto como regresé a casa, llamé por teléfono a mi maestra de la Escuela Dominical, y le hablé acerca de lo que había sucedido. Ella me dijo que mis amigas y yo reflejamos las mismas cualidades espirituales, y que cada una de nosotras es la imagen y semejanza de Dios. Tambíen me dijo que una idea de Dios no puede ser celosa. Todavía me sentía airada, especialmente con mi mejor amiga, y la curación no tuvo lugar enseguida. Así que cambié mi manera de pensar acerca de ella. Reconocí que era mi amiga querida, y que, en la verdad, reflejábamos a la misma Mente que todo lo sabe. Al día siguiente, en la escuela, ella fue gentil y buena conmigo. No mostró resentimiento, sino, por el contrario, me ayudó. Todavía somos las mejores amigas. Y también me llevo bien con mis otras amigas. La situación sanó completamente.
Estoy muy agradecida por la Ciencia Cristiana, por todo lo que he aprendido en la Escuela Dominical, y por esta curación y muchas otras que he recibido.
Bombay, India
Como los padres de Binaiferr, nos gustaría corroborar su testimonio. Estamos muy agradecidos de estar en la Ciencia Cristiana y por las curaciones que hemos recibido por medio de la misma. Esta Ciencia se ha convertido en una manera de vivir para toda nuestra familia. Alentamos a nuestra hija para que hable con su maestra de la Escuela Dominical y, si hay una necesidad, que llame a un practicista de la Ciencia Cristiana. Estamos muy agradecidos por la base espiritual que Binaiferr está recibiendo en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.
Nergish Adi Wadia
