¡Día de lavado!
A Juanita le gustaba mucho ayudar a su mamá el día de lavado. Ella ayudaba a separar en pilas la ropa de uso personal, las toallas y las sábanas. Algunas pilas eran todas de ropa blanca. Otras de ropa de color. A Juanita le gustaban más las pilas de ropa de color.
Juanita bajaba con mucho cuidado la escalera que conducía al sótano. Su mamá ya estaba abajo. Extendió la mano hacia Juanita para ayudarla. Juanita sabía bajar muy bien la escalera. Ya lo había hecho antes muchas veces. “No, mamá”, dijo. “Yo puedo bajar sola”.
La mamá se dirigió hacia la máquina de lavar.
De repente, a Juanita se le resbaló un pie en la escalera, y se cayó hasta el piso. Juanita se puso a llorar. Su mamá la levantó en brazos y la tuvo en su regazo.
“Estas bien, Juanita. Dios está aquí mismo y te ama”.
Pero Juanita continuaba llorando y le mostró a su mamá que no podía mover el brazo. Su mamá comenzó a cantar un himno que Juanita conocía. A veces lo cantaban juntas a la hora de dormir. La letra es de la Sra. Eddy:
Gentil presencia, gozo, paz, poder,
divina Vida, Tuyo todo es.
Amor, que al ave Su cuidado da,
conserva de mi niño el progresar.Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 207.
Muy pronto Juanita dejó de llorar para poder cantar. Pero cuando dejaron de cantar dijo: “Mamá, todavía me duele el brazo”.
“Oremos juntas el Padre Nuestro. Eso nos ayudará a mantener nuestros pensamientos llenos del bien”, dijo su mamá.
Juanita sabía el Padre Nuestro casi de memoria; de modo que comenzó a decirlo en voz alta: “Padre nuestro que estás en los cielos... ” Mateo 6:9. Pensó en Dios y en que estaba allí mismo con ella. Pensó en el amor de Dios hacia ella y hacia todos. Sabía que el poder de Dios está en todas partes.
Su mamá también estaba orando. Juanita era la hija perfecta de Dios, y su mamá sabía que Dios la mantendría a salvo en Su amor.
Cuando terminaron el Padre Nuestro, Juanita se sentía mejor. Saltó de los brazos de su mamá y dijo: “¡Hagamos el lavado!” Su brazo ya estaba bien.
Su mamá le dijo: “Juanita, eres una buena ayudante”.
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Dios es nuestro amparo y fortaleza,
nuestro pronto auxilio en las tribulaciones...
Estad quietos, y conoced
que yo soy Dios.
Salmo 46:1, 10
