Una de las luchas más comunes y difíciles que puede que tengamos que enfrentar es la necesidad de ganarnos la vida. Sin embargo, esto no tiene por qué ser un problema. Tenemos a mano una solución simple y segura.
Una experiencia que tuve de niño ilustra este punto. Iba caminando por un campo de maíz, cuando observé que cada caña tenía dos o más mazorcas. Arranqué una mazorca y acudí a mi madre para que me explicara. “¿Cómo puede ser? Papá plantó sólo un grano de maíz. ¿Cómo puede haber tantas mazorcas con tantos granos en cada una?”
La respuesta simple de mi madre, basada en la Biblia, fue: “¿No recuerdas cómo Jesús alimentó a las multitudes, cuando todo lo que tenía era unos pocos panes y peces?” Ver Marcos 6:35–44; 8:1–9. A mi edad, vi que esa explicación tenía sentido. A medida que fui creciendo espiritualmente, pude ver aún con más claridad la manera en que la comprensión del poder de Dios aumenta el bien.
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