Un hogar; personas que amamos y quienes nos aman; autoexpresión; independencia económica; salud; nuestras necesidades a veces parecen ser interminables. Tan pronto como una necesidad es satisfecha, otra aparece.
Sin embargo, la Biblia nos asegura: “Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”. Mateo 6:8. Cuando en mi niñez aprendí que Dios se ocupa de nuestras necesidades, supuse que El debía ser una gran persona bondadosa que lleva consigo una lista de las necesidades terrenales, las mías y las de los demás. Eso era consolador. Pero también estaba consciente de varias necesidades propias que todavía no habían sido satisfechas, y tenía la sospecha de que podría encontrar aún más en el resto del mundo. Temía, incluso, que si encontraba suficientes necesidades sin satisfacer, hubiese podido probar que Dios no existía.
Un día, una señora muy querida en nuestra comunidad, me habló de su gratitud a Dios. Ella me dijo que la luz, durante un ocaso del sol, se había proyectado recientemente sobre varias palabras en una inscripción dentro de su iglesia: “siempre ... siempre ... toda ... necesidad”. Esto había hecho resaltar en su pensamiento la plenitud con la cual Dios había satisfecho sus necesidades. (La frase entera escrita por la Sra. Eddy dice así: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.Ciencia y Salud, pág. 494.) Su convicción y su vida entera, que estaba tan llena de afecto, creatividad, y de ayuda para los demás, repentinamente me hizo pensar en que el concepto que yo tenía del cuidado de Dios era una pobre imitación de lo que era verdadero.
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