Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

“Sobreabundó la gracia”

Del número de abril de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Ha considerado usted alguna vez la situación del mundo y perdido las esperanzas de que la humanidad pueda ser redimida? Tal vez le hayan causado conmoción los casos más atroces de la crueldad del hombre, tanto hacia el hombre mismo como hacia los animales. O tal vez haya visto cómo la fluctuante norma moral de la sociedad rechaza valores por largo tiempo apreciados. O quizás su propia vida haya fracasado en alguna forma, y usted se ve sumido en el pecado con pocas esperanzas de hallar una solución.

Hay una promesa bíblica que resplandece con brillante luz. Puede penetrar y disolver las tinieblas que tal sentido de los pecados del mundo o de nuestros propios defectos nos quisieran imponer. En la Epístola a los Romanos, el Apóstol Pablo escribe acerca de la salvación que Cristo Jesús trajo a la humanidad. Aquí se nos da la preciosa promesa que ofrece verdadera esperanza de redención: “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Rom. 5:20.

El gran amor que Dios tiene por Su creación, siempre provee gracia abundante al corazón que es lo suficientemente humilde y purificado como para desearla. La gracia es el resultado natural del tierno cuidado que tiene nuestro Padre para con nosotros. Nos limpia, nos renueva y nos purifica, si estamos deseosos de lavarnos en ella; si nos apartamos del pecado, nos arrepentimos y oramos para que se nos muestre nuestra naturaleza espiritual y verdadera como el propio hijo de Dios.

La revelación verdadera de la realidad espiritual es la misión sanadora que la Ciencia del Cristo está desempeñando en el mundo hoy en día. La Ciencia Cristiana revela que la naturaleza verdadera del hombre es la genuina semejanza de Dios. Y puesto que Dios es Espíritu puro, Su semejanza tiene que ser puramente espiritual, sin mácula de materia, pecado, enfermedad o muerte. A medida que vislumbramos esta verdad y empezamos a sentirla en nuestros corazones, obtenemos valor para renunciar a viejos conceptos que tengamos de nosotros como meros mortales, degradados por el pecado o debilitados por la enfermedad. Empezamos a apreciar más nuestra valía verdadera como la expresión vital misma de Dios. Cuanto más estemos dispuestos a abandonar los viejos conceptos, a abandonar la materialidad, tanto más veremos la verdad de nuestro ser verdadero, nuestra bondad innata.

La santa influencia del amor de Dios que nos transforma, esto es Su gracia. La convicción que obtenemos mediante la oración de que la vida tiene un origen más elevado y es más noble de lo que los sentidos físicos presentan, esto también muestra la gracia de Dios. La paz que crece en nosotros cuando recurrimos al Padre y decimos con Cristo Jesús: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”, Lucas 22:42. esto también es el efecto de la abundante gracia de Dios.

Todo el bien que recibimos en nuestra vida mediante nuestra confianza en el Espíritu infinito, toda curación, todo progreso espiritual, dan testimonio, no sólo del hecho de que el amor que Dios tiene por nosotros verdaderamente abunda, sino también de la realidad de que el poder de Su Cristo salvador es insuperable. En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribe en detalle sobre las grandes obras que Jesús efectuó y cómo llevó a cabo todo lo que hizo. Ella finaliza uno de los párrafos afirmando: “La gracia y la Verdad son mucho más potentes que cualquier otro medio y método”.Ciencia y Salud, pág. 67.

Mediante nuestro propio crecimiento en gracia, que es la medida de nuestra regeneración espiritual, podemos empezar a seguir el ejemplo de nuestro Maestro. A medida que nuestro propio progreso espiritual nos lleva hacia adelante, también somos elevados sobre la desesperación que sentimos por la redención de la humanidad. Llegamos a percibir que todo lo que es verdadero acerca del hombre real, como la imagen de Dios, es la verdad acerca de todos. !Qué gracia tan abundante es el hecho de que la verdad espiritual acerca de la pureza, la integridad inmaculada del hombre y su unidad con Dios, es de tal magnitud como para que también sea verdad acerca de usted, de mí y de todos! La gracia del Padre es infinita, siempre disponible, jamás se agota. Tarde o temprano, todos la conocerán.

Esta santa influencia que toca al corazón humilde, expresada exteriormente en las vidas de quienes la reciben con agrado, cambia a la gente. Sin tomar en cuenta al pecado, que quisiera extender su oscura nube sobre el mundo, la luz del sol — la luz del Cristo, la Verdad — se asoma a través de ella. La promesa permanece: la gracia de Dios sobreabunda.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / abril de 1986

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.