La Ciencia Cristiana nos da una comprensión del verdadero afecto del Amor divino que nos permite vencer los deseos de cometer adulterio y de tener relaciones malsanas. Pude comprobar esto cuando me enamoré de una persona casada después que falleció mi esposo.
Mi amigo casado y yo sentíamos que habíamos carecido de afecto humano por unos cuantos años. No obstante, acordamos no intimar físicamente, y así fue. Mas la angustia mental perturbaba mi paz, felicidad y salud. Nuestro Maestro, Cristo Jesús, claramente explicó que el adulterio mental es tan pecaminoso como el adulterio físico. Ver Mateo 5:27, 28.
A fin de enfrentarme a la creencia agresiva de que el amor proviene de dos mentes finitas, recurrí a Dios por ser la única fuente de inteligencia, la única Mente verdadera. Al haber una sola Mente, la comunicación de pensamientos de amor puede ser sólo de Dios hacia el hombre, el hombre reflejando esta Mente divina. Como rayos de sol expresando su calor y luz, cada uno es, en realidad, el reflejo del Amor, en conformidad con la naturaleza absoluta de Dios. Esta unidad del Amor y su reflejo, el hombre, se expresa natural y humanamente en afecto bondadoso, en generosidad y pureza. Mas como el verdadero amor proviene de Dios, el Principio divino, siempre nos eleva, jamás nos rebaja. No obstante, a fin de hallar un mejor sentido de amor, debemos mirar más allá de las limitaciones de la atracción puramente personal.
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