Dios está aquí.
Creo que El habla a mi mente
más que a mis oídos.
El me dice qué hacer
si el mal pretende aparecer.
Cuando juego al fútbol
y voy perdiendo el partido,
Dios es como un entusiasta
diciendo: “¡tú puedes, tú puedes!”
Cualquiera sea la ocasión,
Dios está allí.
Estoy seguro de Su ayuda
dondequiera que yo esté.