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Libres, bajo el gobierno de Dios

Del número de agosto de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


La idea de estar gobernados por un Dios amoroso que es del todo sabio, puede parecer atractiva, mas no relacionada con las realidades de la existencia diaria. Cuando las circunstancias pretenden ejercer autoridad en nuestra vida y forzarnos en ciertas direcciones, Dios puede, por cierto, parecer lejano. Pero no está lejos, precisamente porque El es Dios. Es omnipresente, Espíritu supremo, que gobierna a Su creación sabiamente y mantiene la libertad del hombre. El desafío consiste en discernir y comprobar esto.

Un concepto limitado y materialista de la vida no puede percibir la realidad de la cercanía de Dios. Pero la receptividad espiritual, algo que todos podemos cultivar mediante la oración humilde y una mayor pureza, ciertamente comprende el amor de Dios por el hombre y lo tangible de Sus bendiciones. Y esto abre el camino al progreso. Nos permite lograr, por lo menos, un cierto grado de dominio sobre las circunstancias que quisieran aprisionarnos. Independientemente de lo difícil de la situación, el hecho espiritual de la inseparabilidad de Dios y el hombre tiene verdadera autoridad sobre las imposiciones del pensamiento carnal.

En muchos países, la gente se siente limitada por formas represivas de gobierno, por la injusticia que sistemas mal dirigidos quisieran imponer a la inocencia. ¿Qué podemos hacer nosotros y ellos al respecto? Es muy claro que todos necesitamos depositar nuestra confianza en un sistema más elevado de gobierno. Es necesario que nos demos cuenta de que, a pesar de los sistemas políticos injustos, cada persona tiene una relación con el Dios Todopoderoso que desplaza a todas las demás. Y esa relación, por su misma naturaleza, incluye la libertad. Por eso, aun frente a la injusticia irremediable, se puede empezar a hallar libertad.

Cristo Jesús enseñó: “El reino de Dios está entre vosotros”. Lucas 17:21. Empezar a confiar en este hecho, aferrarnos a él en oración — insistir en él — es empezar a sentir su realidad. Todos podemos, aunque sea gradualmente, encontrar paz interior y una certeza del poder de Dios. Una vez logrado esto, la consecuencia inevitable es gozar de mayor libertad. Quizás no sepamos cómo se va a producir esto en cada caso en particular, pero podemos confiar en el hecho de que “Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará”. Isa. 33:22.

La comprensión de que el hombre es gobernado por Dios, es esencial para todos nosotros, cualquiera que sea nuestra nacionalidad o raza, cualesquiera que sean nuestras circunstancias. Por ejemplo, ¿nos sentimos dominados por un amigo o un familiar? ¿Nos sentimos víctimas de un pecado en especial o por una condición física inexorable? Si es así, podemos dar un paso hacia la liberación a mediad que insistimos en que absolutamente nada puede separarnos del gobierno de Dios.

La Sra. Eddy escribe: “El hombre está subordinado a Dios, el Espíritu, y a nada más. El ser de Dios es infinitud, libertad, armonía y felicidad sin límites. ‘Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad’ ”.Ciencia y Salud, pág. 481.

Ciertamente que no somos mortales hechos víctimas, ni estamos subordinados a otros mortales. No somos personalidades frágiles que están a merced de condiciones tiránicas. Pertenecemos a Dios, estamos sólo subordinados a Dios, porque el hombre es el bendito e inmortal hijo de Dios. El pensamiento mundano niega esto, pero el pensamiento mundano, la mente carnal, es mentiroso.

Entonces, un factor importante para liberar a la humanidad de la tiranía, es reconocer que el hombre no puede estar separado de su creador. Sólo Dios nos gobierna, es nuestra Mente misma. Las influencias malignas no tienen verdadera inteligencia. No tienen autoridad divina ni reino. Por tanto, su autodestrucción final está asegurada y todos podemos comprobarlo.

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