Cuando yo cursaba los primeros años de la escuela secundaria, antes de tener conocimiento de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), fue presentado en el salón de actos de nuestra escuela un programa sobre hipnotismo. Yo estaba fascinado por el aparente poder y características extraordinarias que este estado de consciencia parecía exhibir. El padre de uno de mis condiscípulos era siquiatra, y hallamos un libro sobre hipnotismo en su biblioteca. En poco tiempo, estábamos experimentando con algunas de las técnicas, y me di cuenta de que yo podía hipnotizar a mi amigo. (Es interesante mencionar que a mí jamás pudieron hipnotizarme. Sencillamente yo no quería someter mi pensamiento al control de otra persona, un hecho que debió haberme puesto sobre aviso en cuanto a los problemas inherentes al hipnotismo.)
Después de varias semanas, perdimos gradualmente interés en el hipnotismo. Más adelante, cuando estudiaba en la universidad, nuevamente empecé a experimentar con él. Solía divertir a los hermanos de mi fraternidad con “sesiones” ocasionales con voluntarios en el salón social de la casa de la fraternidad.
En otra ocasion, hipnoticé a un amigo a pedido de él para que saliera aprobado en un examen. No sólo aprobó el examen, sino que sobresalió en él. Yo estaba muy contento conmigo mismo.
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