“¿Me amas?”, le pregunté a mi esposo.
“No”, fue la respuesta inmediata.
¿Un matrimonio con serios problemas? !Nada de eso! Esta breve respuesta no es más que un simple juego que termina en un abrazo. Pero no siempre fue un juego.
Del número de agosto de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana
“¿Me amas?”, le pregunté a mi esposo.
“No”, fue la respuesta inmediata.
¿Un matrimonio con serios problemas? !Nada de eso! Esta breve respuesta no es más que un simple juego que termina en un abrazo. Pero no siempre fue un juego.