Un joven se enamoró,
Pero sólo era una ensoñación.
Y, en su sueño, el amor no correspondido
Profundizó la ensoñación.
Un hombre viejo y solo,
En solitaria melancolía,
Soñó que nadie su hambre satisfaría
Con el pan de la alegría.
Luego el Cristo, la luz de la Vida,
Hizo surgir a un hombre nuevo, despierto,
Que ya satisfecho, ahora percibió
Que dar de lleno, es recibir de lleno.
Y esto lo logró aprender
cuando la ensoñación corrió a esconderse:
No hay amor no correspondido;
A quien ama, recibe del amor su recompensa.
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