Conozco a un niño que acostumbraba dejar caer un libro al piso para que todos lo miraran. Siempre estaba tratando de llamar la atención.
Muchas personas sienten el deseo de que se les preste atención. Cuando realmente pensamos en esto, Dios nos está prestando Su atención amorosa y total en todo momento.
Y esto nos puede resultar de ayuda si a menudo sentimos el deseo de que la gente nos preste más atención.
Les diré de una ocasión en que me sentí un poco olvidad.
Me hallaba lavando un piso, que ni siquiera era el piso de una cocina acogedora, sino el de un frío cuartito en el que se guardaban escobas y otros utensillos para la limpieza. El resto de la gente se estaba divirtiendo afuera. Nadie me echaba de menos. Me sentía excluida.
De pronto, mis pensamientos se dirigieron hacia Dios, y me di cuenta de que El estaba conmigo, y que yo estaba consciente de Su presencia. No me hallaba para nada sola; pensamientos gratos, felices y amorosos me acompañaban, y continué limpiando y sintiendo que contaba con toda la atención que necesitaba.
No quiero decir que para sentir que Dios nos está prestando atención tengamos que encerrarnos en un cuartito y ponernos a fregar el piso.
A lo que me refiero es a esa situación en la que nos sentimos solos. Tal vez nuestros amigos estén ocupados y nos sintamos excluidos. O quizás nuestra familia no ha tenido tiempo suficiente últimamente para darnos ese amor que tanto añoramos.
Entonces, podemos recurrir a Dios. La Biblia nos dice que El es Amor, el bien, todopoderoso. Imagínense, es el Amor mismo, Dios, que es el bien y es omnipotencia, que nos presta atención. ¡El pensar de esta manera puede significar un cambio total!
La Biblia también dice: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concedará las peticiones peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”. Salmo 37:4, 5.
Muchas veces, Jesús llamó a Dios “mi Padre”. Y muchas veces lo llamó “vuestro Padre”. Se dirigía a las multitudes, a sus discípulos, !y a todos nosotros también!
Cristo Jesús sabía que Dios siempre estaba con él, prestándole Su atención completa. De la misma manera, Dios nos está prestando toda Su atención.
Cuanto más frecuente y totalmente recurramos a Dios por amor y consuelo, tanto más fuerte será nuestra confianza en Su omnipresencia.
Cuando comprendamos que el Amor de Dios está siempre a nuestro alcance, sentiremos menos la necesidad de que la gente nos preste atención. Nos sentiremos cada vez más seguros de la presencia de Dios, y podremos brindar a los demás nuestra amorosa atención e interés.