El temor de que podamos tener insuficientes defensas o carecer de inmunidad contra la enfermedad — que podamos ser atacados por la enfermedad sin que podamos defendernos — es un temor que nadie tiene que aceptar. Pero, lamentablemente, muchas personas sí aceptan las predicciones de sufrimiento y de pérdida cuando creen que no tienen alternativa alguna. Puede que los veredictos atemorizantes parezcan inevitables. Algunas personas quizás concluyan que todo lo que pueden hacer es aceptar las enfermedades limitativas y esperar la paz al resignarse.
El tratar de resignarnos a la enfermedad no es la solución. Sin embargo, al aceptar la promesa bíblica de curación, sí podemos hallar una solución que traiga esperanzas.
Si la sugestión de que tenemos poca resistencia (a la enfermedad o a cualquier otra forma de mal) es acentuada, lo último que debiéramos hacer es dejarnos vencer por esa sugestión. La curación cristiana es una forma de rebelión justa y espiritualmente impulsada contra imposiciones crueles e injustas, como lo demuestran las obras sanadoras de Cristo Jesús. ¡Dios es el bien todopoderoso! ¿Por qué no habríamos de rebelarnos contra una mentira que dice que Su creación es impotente y que puede ser subyugada por el mal? Cuando comprendemos que realmente somos el hombre de la creación de Dios, que expresa Su poder, vemos que no hay circunstancia ni condición alguna que puedan hacernos indefensos contra nada que sea dañino, o susceptibles a ello, incluso la enfermedad. Y tenemos el derecho de demostrar esto mediante el progreso y la regeneración espirituales.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!