Solía ser tan arduo orar
“Hágase tu voluntad”. Ahora puedo afirmar
— por curaciones habidas, por respuestas recibidas —
!Que la voluntad de Dios es mucho mejor que la mía!
Del número de febrero de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana
Solía ser tan arduo orar
“Hágase tu voluntad”. Ahora puedo afirmar
— por curaciones habidas, por respuestas recibidas —
!Que la voluntad de Dios es mucho mejor que la mía!